A simple vista parece una mancha oscura en el Sol, pero el nuevo complejo de manchas solares AR 4294-4296 está causando intriga entre los astrónomos.
Este conjunto gigantesco, visible desde el 28 de noviembre en la cara del Sol que apunta hacia la Tierra, tiene un tamaño similar al de la mancha que en 1859 desencadenó el famoso Evento Carrington, la mayor tormenta solar registrada.
Aun así, los expertos insisten en que no hay señales claras de que vaya a repetirse un episodio tan extremo en los próximos días.
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El complejo está formado por dos grupos de manchas solares magnéticamente entrelazados. Fue detectado primero por el róver Perseverance de la NASA mientras observaba la cara opuesta del Sol desde Marte, lo que permitió anticipar su llegada al campo de visión terrestre.
Aunque en fotografías recientes parece incluso más grande que la mancha de 1859, en realidad cubre alrededor del 90 % de su área. Aun así, es uno de los grupos más extensos de los últimos diez años.
Las manchas solares no son simples zonas oscuras. En su interior, las líneas de campo magnético pueden retorcerse y romperse, liberando energía en forma de llamaradas solares. Las más potentes pertenecen a la categoría X y pueden causar apagones temporales de radio, perturbar satélites y lanzar nubes de plasma conocidas como eyecciones de masa coronal.
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Si una de estas nubes impacta la Tierra, puede desencadenar tormentas geomagnéticas capaces de afectar sistemas eléctricos o, en escenarios más amables, pintar auroras visibles lejos de las regiones polares.
De acuerdo con Spaceweather.com, las características de AR 4294-4296 sugieren que podría producir llamaradas X. De hecho, ya habría generado una posible llamarada de este tipo mientras aún estaba en la cara oculta del Sol.
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Pero las probabilidades de que ocurra un evento tan extremo como el de 1859 siguen siendo bajas. Las manchas gigantes no siempre alcanzan su máximo potencial energético y su capacidad destructiva depende tanto del tamaño como de la configuración de sus campos magnéticos. Algunas explosiones tempranas pueden incluso liberar presión y reducir el riesgo de episodios mayores.
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Aun así, los científicos están siguiendo de cerca la evolución del complejo. Si completa su tránsito por la cara solar sin liberar una gran llamarada, existe la posibilidad de que sobreviva lo suficiente para dar otra vuelta al Sol y reaparecer cerca de Navidad, esta vez con un historial más claro de actividad.
El contexto tampoco es menor: el Sol atraviesa su fase de máximo solar, el periodo más activo de su ciclo de once años, lo que ha provocado un aumento significativo de llamaradas X y tormentas geomagnéticas en los últimos meses.
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