Cuando llegue mi momento me iré despacio escuchando el pasillo más hermoso, el pasacalle más lindo, al yaraví más sublime y recogeré mis pasos por los senderos recorridos, convencido de que me quedaré en un camposanto más hermoso que un poema, cerca de la playa, para seguir admirando atardeceres que generan esperanza y amor.

Antes de irme completamente recorreré las playas más hermosas de mi Santa Elena, caminaré por un sendero campestre cubierto de ceibos, pechiche, ciruelos y palo santo, me detendré a observar la orquídea blanca que pende en bosque virgen.

Cuando deje este mundo me iré con la pena de haber dejado todo lo que he querido, todo lo que construí y todo lo que no terminé a tiempo.

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Me marcharé agradecido con Dios que me prestó vida para hacer lo que tuve que hacer, feliz de haber conocido gente maravillosa, que me amó y que amé, de saber que voy dejando huellas que no se borrarán al pasar el tiempo y me recordarán en algún momento.

Cuando ya no importe, me iré despacio. Con la alegría de haber vivido, de haber visto los mejores amaneceres y atardeceres en mi costa.

Me iré agradecido porque tengo una familia que me quiere y que a pesar de mis errores me adoraron sin fin esposa e hijos. Su amor se irá prendido en mi corazón.

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Tranquilo me marcharé aceptando el perdón de aquellos que algún momento ofendí, que aunque no me encuentre dirán que me perdonan para que encuentre la luz.

La vida es de alegría y pena, es parte de un proceso que limpia el alma. Todo se acepta en calma porque Dios jamás abandona a sus hijos.

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Mi alma se despedirá de este mundo en silencio y en paz, deseando encontrarme en el más allá con los seres queridos que se adelantaron, esperando el perdón de Dios para vivir en una mansión celestial y descansar en paz. (O)

Evelio Patricio Reyes Tipán, Santa Elena