Los recicladores, trabajadores informales, están siendo ignorados. Se calcula que hay cerca de 20.000 personas a nivel nacional que cumplen esta tarea para subsistir.

Son reiterativas las opiniones de quienes censuran este trabajo manual, que de paso limpia el medioambiente recogiendo objetos que son tirados en la vía pública. Como objetos sin valor, pueden permanecer durante mucho tiempo si no hay alguien que se interese en recogerlos. Se tiene que puntualizar lo que muchos confunden. Una persona es el reciclador y otra persona el chambero. En México y en países de Centroamérica, el chambero es una persona muy trabajadora. Pero en nuestro país nos enfocamos en visión de esa persona y distorsionamos la acepción gramatical, calificando de chambero a quien aparece rompiendo fundas plásticas, tirando la basura por doquier y manteniendo una vida de calle.

Oportunidades

Considerando la parte positiva de los recicladores y del comportamiento general de estas personas, sin duda alguna prestan un trabajo incalculable en las grandes urbes y, por ende, en beneficio de la salud de los ciudadanos que desaprensivamente sacan sus desperdicios cuando el carro recolector no ha llegado o, en su defecto, cuando ya pasó por el sector. El factor negativo de este descuido lo asumen positivamente los recicladores, que apañando lo que les es útil para venderlo y así poder llevar un bocado de comida a su familia se enfrentan con la suerte de no encontrarse con un vidrio, lata afilada, algún líquido sulfuroso o productos químicos irritantes. Menos del 2 % de estos trabajadores usan guantes de protección.

Publicidad

Hay quienes consideran denigrante esta labor, pero no nos preguntamos: ¿qué caos se haría en la sociedad con 20.000 personas deambulando sin ton ni son por calles, plazas y portales de las ciudades, jalando en la suma de los desocupados a sus familias? Motivo de por qué tenemos que tomar muy en cuenta a estas personas que realizan un trabajo riesgoso, digno, y sin que le cueste un centavo a nuestra indolente sociedad. Que casa adentro muy pocas familias clasifican sus basuras, todo lo meten en un solo tacho o funda, haciendo de todo este merengue su diaria rutina, que con fortuna para los desafortunados de la vida se transforma en labor del reciclador, pero a pesar de esto salen a rechazar este trabajo los mismos que dejaron sus desechos a la intemperie y los acusan de ensuciar y desparramar los residuos sin valor, pero atengámonos a observar con mínima atención lo que hacen y caeremos en cuenta de que no es trabajo fácil.

Es tiempo de enseñar a pescar

Como toda actividad, además de los peligros anotados se debe contar la fortaleza que se adquiere diariamente al estar en contacto con la basura.

Es hora de que las instituciones, municipalidades y grupos de personas que se apresten por ayudar al prójimo pongan interés en estas personas, que realizan a cuenta y riesgo propios esta actividad y que muchas veces son incomprendidas y hasta rechazadas.

Publicidad

Se debe procurar que sean recompensados por su trabajo. A estas personas se las debe dotar de incentivos, entregarles uniformes, darles carritos con ruedas similares a los que usan los barrenderos, ubicarlos de forma rotativa en varios sectores y que sean pagadas las viejas mercancías con el justo precio. (O)

César Antonio Jijón Sánchez, técnico de mantenimiento, Daule