La tecnología, inteligencia artificial, aprendizaje automático, gestión de grandes bases de datos, la economía y finanzas del comportamiento han tenido un dinámico avance, integración potente y, por supuesto, mantienen oportunidades y desafíos relevantes que deben ser enfrentados por los ecosistemas financieros, para que estos sirvan de plataformas que oferten productos y servicios que mejoren el bienestar y salud financiera de cada usuario y sus familias. Desde una cuenta digital, mediante un teléfono móvil o una tarjeta de crédito o débito, billeteras digitales, internet, transferencias de fondos, otros; en definitiva, una variedad de servicios financieros digitales (SFD) que reduzcan costos y tiempos, con soluciones financieras convenientes, accesibles y seguras.

De hecho, en un artículo de investigación publicado en revista Punto de Vista, octubre de 2025, destacábamos que a pesar de los esfuerzos significativos realizados por las entidades del sistema financiero, según Global Findex (la única encuesta del mundo que se basa en la demanda sobre inclusión financiera, líder de datos desde 2011, sobre acceso y uso servicios financieros digitales), en Ecuador la recepción y pagos digitales alcanzó el 43 % en el 2024, menor en 4 puntos porcentuales (pp) al porcentaje obtenido en el 2021 y 16 pp debajo del promedio de América Latina y el Caribe (ALC). El Forex Cash Index 2025 (indicador sobre las transacciones diarias con billetes y monedas) coloca a Ecuador debajo de varios países de ALC, ubicándolo en el lugar 81 del ranking global por todavía intensivo uso de efectivo.

Cerrar esta brecha significa priorizar la expansión del ecosistema financiero, desarrollar la infraestructura digital, ampliar la conectividad e interoperabilidad, favorecer el uso técnicas avanzadas de big data e inteligencia artificial que apoyen el procesamiento eficiente de grandes volúmenes de datos. Implementarlos traerá democratización del crédito, pagos en línea, etc. A la vez, podrían crecer los riesgos al no hacerlo con prudencia, rigor técnico y responsabilidad con el consumidor financiero.

Al mismo tiempo, para la toma de decisiones informadas se deben reforzar las “competencias básicas”, conocimiento, habilidades y actitudes en matemáticas, finanzas, planificación, dominio de diversas herramientas y programas digitales, software de ofimática, uso de navegadores web, gestión de comunicación digital, resolución de problemas digitales y administración de seguridad digital.

Urge la capacitación digital y financiera conjunta para proteger a los consumidores financieros de la desinformación y los riesgos que se han multiplicado, por lo que se requiere que a nivel del país se lleve adelante un “plan de capacitación digital” en consonancia con el “plan de educación financiera”, identificando objetivos, acciones, responsables, indicadores de cumplimiento, en los diferentes grupos etarios, diferenciados por sus rasgos culturales y sociales, para hacer frente a los posibles efectos negativos de las tecnologías y finanzas digitales en la salud y bienestar de los consumidores financieros, para que sean capaces de evaluar, mínimamente, la credibilidad de fuentes y diferenciar entre la información falsa y cierta. (O)