“Vox populi vox Dei”, famosa frase “la voluntad del pueblo es la voluntad de Dios”; su primer uso es atribuido al monje Alcuino de York, consejero de Carlomagno, cuando le aconsejaba al emperador, que no debía guiarse por la opinión equivocada y volátil del clamor popular. Esperemos que los asesores de Daniel Noboa no aconsejen lo mismo al presidente actual del Ecuador.
Los resultados de la consulta popular parecen hasta cierto punto contradictorios, cuando la razón nos hacía pensar que la población hubiera debido estar de acuerdo con la mayoría de ellas. La realidad resultó inexplicablemente contra las encuestas y todas las preguntas fueron rechazadas. Algunos analistas piensan que es más un llamado de atención directo al estilo algo autoritario del Gobierno, que al contenido en sí de las preguntas. Las encuestas quedan en entredicho y el buen criterio de todos los asesores igual.
Otra explicación válida, es aquella que apenas las dos quintas partes de la población tiene una situación regular, mientras que el resto atraviesa dificultades que se expresan en su negativa y rechazo a las propuestas formuladas, como una especie de voto protesta por su situación personal. Yo temía mayor divergencia en preguntas referentes a las bases militares o la asamblea constituyente, pero hubiera apostado a una aceptación general a la disminución de asambleístas y el financiamiento de partidos políticos.
Sea lo que sea, los resultados se dieron como se dieron, podemos interpretar estos resultados de diversas formas. Las reformas se truncaron, quedarán pendientes un tiempo más o habrá que buscar hacerlas de forma diferente. El pueblo votó equivocadamente, tal como lo hizo cuando negó la explotación del petróleo en el Yasuní. Quienes interpretan que el Gobierno pedía un exceso de poderes o un cheque en blanco para gobernar arbitrariamente, o que había una segunda intención para no rendir cuentas, creo que están exagerando o equivocados. No creo tal, no había segundas intenciones, ni motivo para tantas suspicacias.
Noboa tiene la obligación moral de meditar, reunirse con su pueblo, escuchar y determinar la mejor forma de gobernar, sin que obligatoriamente tenga que renunciar a sus objetivos y propósitos de reordenar la economía, propiciar las condiciones para un nuevo periodo de estabilidad, confianza y crecimiento del país. El presidente debe mantener la orientación de su gobierno, pero acercarse y moderar su forma de gobernar. Rendir cuentas en los temas que se solicite aclaraciones o explicaciones.
Las reformas que son indispensables y urgentes hacer, deberán plantearse en la Asamblea con los votos que tienen e intentar conseguir los que hagan falta para aprobarlas. Que se discutan las reformas, abierta y democráticamente, que sea la opinión pública la que determine su necesidad, oportunidad y urgencia. Lo que no cabe es un pesimismo respecto al futuro del país. Noboa debe seguir gobernando con la misma determinación, con la misma fe, aunque los caminos sean más largos o las formas más difíciles. (O)









