Ecuador y Estados Unidos tienen ante sí la oportunidad de negociar un acuerdo comercial marco. La Orden Ejecutiva suscrita por el presidente Trump el 5 de septiembre abrió esta posibilidad para un grupo de partidas arancelarias para las que se eliminaría el arancel recíproco, a cambio de ventajas para las exportaciones estadounidenses. En una economía abierta como la ecuatoriana, estas negociaciones tendrían alto y variado impacto.
Primero, el banano y cacao parecen no enfrentar dificultades para la reducción a 0 % del arancel recíproco estadounidense. Esto significaría dejar de pagar aranceles recíprocos por casi $ 150 millones (calculados sobre los $ 512 millones en banano y $ 484 millones en cacao exportados a EE.UU. el 2024); recuperar el terreno perdido ante Guatemala, Costa Rica, Honduras, República Dominicana, Perú y Colombia y ganar una nueva ventaja arancelaria contra proveedores africanos (Ghana y Costa de Marfil) y asiáticos (Indonesia y Filipinas).
El atún y las flores deben también contar con este beneficio, por sus implicaciones en la conservación del empleo y el combate al crimen organizado y a la emigración irregular. El sector atunero genera, solo en Manta (zona muy afectada por la incidencia del narcotráfico), 25,000 empleos para mujeres, la mayoría jefas de hogar. Similarmente, las flores emplean a decenas de miles de mujeres jefas de hogar (principalmente en Cotopaxi y Pichincha). Estas enfrentan la asfixia competitiva de Colombia, que goza de 0 % de arancel por su TLC. Así, mantener el arancel recíproco contra el atún y las flores es contrario a los objetivos en seguridad, empleo y migración que EE.UU. dice priorizar.
Además, es necesario que la ventaja arancelaria del camarón, beneficiado de un evento geopolítico externo (aranceles contra la India por 50 %) no sea interpretado como una concesión de EE.UU. en esta negociación.
Del lado de las importaciones, existe el riesgo de abrir sectores que no estarían preparados para ello. Según EL UNIVERSO (16 de junio, 2025) y aviNews (18 de junio, 2025), los gremios CONAVE, ASPE y APROBAL advirtieron que la negociación implicaría la apertura a la importación de pollo y cerdo estadounidense, amenazando la producción nacional. Si bien no hay versiones oficiales acerca de tales concesiones, será desafiante conciliar la ventaja o el alivio exportador vs. la protección de la industria local.
Si banano y cacao son la base que impulsa el acuerdo, atún y flores deben ser objeto de intenso esfuerzo negociador, por su impacto en mutuos objetivos de seguridad. De darse apertura a la proteína animal de EE.UU., que se negocien cupos arancelarios (TRQs) mínimos con plazos muy largos (10-15 años). Si no, el efecto neto de este acuerdo sobre el empleo agrícola, la emigración e inseguridad sería contrario a lo que con este se persigue, pues caería la demanda de maíz duro, que al 2023 ocupaba 322,108 hectáreas sembradas (SIPA). Finalmente, que la ganancia fiscal por impuesto a la renta de los beneficiados por este acuerdo marco sea semilla para un fondo plurianual de transición que mitigue el impacto sobre los productores a afectar. (O)








