Desde el 17 de junio, el Ecuador asume la secretaría pro tempore del Qhapaq Ñan, el sistema vial ancestral y andino que fue declarado por la Unesco como Patrimonio Mundial de la Humanidad el año 2014. Esta vía prehispánica de seis mil kilómetros conecta a Argentina, Bolivia, Chile, Colombia, Ecuador y Perú. Durante los dos años que dura la secretaría, la responsabilidad del Ecuador será llevar a cabo la investigación, conservación, gestión de riesgo, uso social y difusión de este valioso patrimonio regional.
El evento de la transferencia de la secretaría, de Colombia a Ecuador, se llevó a cabo en el Museo Nacional del Ecuador (MUNA), al cual asistieron las delegaciones de los países mencionados y la vicepresidenta María José Pinto. En un inspirador discurso, la mandataria reconoció que el sistema vial fortalece a nuestra nación y nos permite mirar a nuestras raíces, a la vez que nos tiende un puente entre el ayer y el mañana. Destacó la posibilidad de que los niños en edad escolar puedan caminar este sendero y aprender que sus antepasados supieron adaptarse a una geografía desafiante y respetar el medioambiente. Cabe anotar que en este discurso la vicepresidenta manifestó estar a favor de la educación intercultural bilingüe.
No todos los países tienen el privilegio de contar con estructuras arqueológicas contundentes como el Qhapaq Ñan, que permitan afirmar su pasado. Por ejemplo, lo que queda en Estados Unidos de civilizaciones anteriores a la llegada de los europeos es tan escaso que en el imaginario de los estadounidenses la historia del país recién comienza con la llegada de los europeos. Se cree erróneamente que antes del arribo de los peregrinos a las costas americanas en 1620 no había sucedido nada digno de mención.
La red ancestral tiene un gran valor turístico y paisajístico, pues, si es preservado, difundido y se lo hace accesible, puede convertirse en un atractivo de primer nivel para los visitantes extranjeros. Solo en el segmento del Ecuador esta red cuenta con 49 sitios arqueológicos y hay 31 comunidades asociadas a él, todo ello dentro de los 109 kilómetros que además contienen tolas, pucarás, petroglifos, apachetas (montículos de piedra) y puentes.
El valor integracionista del Qhapaq Ñan también es importante. Permite visualizar a los países de la región como un todo orgánico, que en el transcurso del tiempo se ha desmembrado. Al ser una radiografía de lo que fue el Tahuantinsuyo, el sistema de caminos revela que en su origen estos países compartían una misma organización social y cultural. El Qhapaq Ñan aún sirve de transporte entre poblados donde las carreteras no llegan. Se reporta que comunidades indígenas cuidan estas vías pues todavía les son útiles en el transporte de alimentos, de ganado y de otros enseres.
Es un acierto que la Administración de Daniel Noboa, a través de su vicepresidenta, haya dado el espaldarazo a las funciones que cumplirá el Ecuador en el cuidado de este patrimonio regional, hasta el año 2027. El Qhapaq Ñan nos dirige la mirada hacia adentro, alejándonos del eurocentrismo, que sostiene que todo lo bueno viene de afuera y que todo lo propio es intrascendente y de poco valor. (O)