Se ha desatado una controversia mundial sobre el otorgamiento del Premio Nobel de la Paz a la venezolana María Corina Machado. Cada sector de opinión pública, varios Gobiernos, se han alineado en pro o en contra de este otorgamiento de la codiciada estatuilla. Sorprendentemente, hasta el presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, ejerció su poder para alcanzarlo para él mismo, sin conseguirlo.

El de la Paz es uno de los cinco premios –los otros son de carácter científico, creados por el gran industrial sueco Alfred Nobel, inventor de la dinamita– que lo otorgan instituciones suecas, con excepción de este, el de la Paz, que lo concede el Parlamento noruego, desde el tiempo en que los dos países estaban unidos, y que estaba ese Parlamento alejado de la política internacional. Las cosas han cambiado, porque Suecia y Noruega son países independientes, y el Parlamento de este último, que se lo considera de derecha, es el que determina el ganador. Por allí, al parecer, comienza el problema, por su apoyo a Machado, líder heroica de la oposición a Hugo Chávez y Nicolás Maduro, pero que es muy cercana no solamente a los Estados Unidos, a Trump, sino también a Israel y Netanyahu. Con el apoyo de estos pretende derrocar a Maduro, inclusive les ha solicitado una invasión armada a Venezuela, lo que le ha hecho perder mucho políticamente, porque eso significaría ocupación del territorio y derramamiento de sangre venezolana, y con un resultado muy incierto.

No parecería que la concesión y aceptación del preciado Nobel ayudaría mucho a los propósitos de Machado. Países como Brasil y Colombia ya han hecho públicos su desacuerdo con una invasión de Estados Unidos. Hay que tener presente que estos dos países han objetado el triunfo electoral de Maduro, pero rechazan, como muchos, una ocupación norteamericana de suelo latinoamericano. México está en contra del propósito de Machado. No encontrará, tampoco, Machado apoyo de Rusia y China, que sostienen a Maduro: ya han enviado fuerzas militares para proteger a Venezuela. Sus reservas de petróleo, las más grandes del planeta, están en juego. Venezuela ha concedido a China la administración de su petróleo. Vivimos, ahora, en un mundo multipolar, en que el bloque de los BRICS desafía al poder de los Estados Unidos.

El Gobierno del Ecuador ha felicitado a Machado, lo que no sorprende por su cercanía política y comercial con Estados Unidos e Israel y su lejanía de Venezuela, a cuyo gobierno no reconoce.

En el entre tanto, localmente, siguen los enfrentamientos entre Gobierno y Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador (Conaie). El Gobierno se niega a dialogar sobre las materias que dieron lugar al paro, y ya han transcurrido tres semanas sin solución. La presencia en Quito de varios miles de militares y policías, el uso excesivo de la fuerza, ha producido un resentimiento en la población. El Gobierno dice que los manifestantes fueron pocos, pero si fuera así, no se explica la militarización de la ciudad, y las nubes de gas lacrimógeno lanzadas contra los manifestantes. El Gobierno solo recurrió a la fuerza, y excluyó una solución política. (O)