Del 17 al 28 de septiembre se llevó a cabo el festival Eurocine en Quito, en el centro cultural Ocho y medio del barrio de La Floresta. El festival cumple ya más de dos décadas dando testimonio de la vitalidad y diversidad del cine europeo. En este año, en el que la selección de películas fue realizada esmeradamente por el cineasta ecuatoriano radicado en París Alexis Moreano Banda, se exploró el tema del retorno. “Retornar no es retroceder, sino revisar; no es mirar atrás, sino volver a ver, ver de nuevo”, dice la página web del Eurocine.

De las 24 películas Nosotros los Wolf es una de las pocas que, a pesar de ser alemana, trata sobre temas ecuatorianos. Para efectos del festival se invitó a Darío Aguirre, ecuatoriano residente en Alemania, creador de este documental que trata sobre la vida de Franz Theodor Wolf. Este científico alemán llegó a Quito en 1870, enviado por la orden jesuita, y vivió en el país durante 21 años. El trabajo de Wolf dejó una huella en el Ecuador, pues hasta hoy calles, volcanes, una isla y hasta un minúsculo pulpo llevan su nombre. Darío es tataranieto de Wolf.

Pero el documental no trata de la producción científica de Wolf sino de su relación con la indígena Jacinta Pasaguay, con quien tuvo tres hijos. Después del fallecimiento de Jacinta tuvo dos hijos más con Rosario, hermana de Jacinta. Estos cinco hijos dejaron una importante descendencia en el Ecuador, se calcula que son entre 300 o 400 compatriotas. Ellos llevan el apellido, pero tienen la pesada carga de asimilar sus orígenes y reconciliar sus dos vertientes culturales.

La figura pública de Wolf se desdibuja cuando en Alemania se publica su biografía, en la cual no se menciona ni a Jacinta, ni a Rosario, ni a su familia ecuatoriana. Para hacer las cosas aún más graves para el científico, después de dejar el Ecuador se casó en Lima con una alemana, en una ceremonia formal. Poco se sabe de Jacinta y Rosario, pero se reconoce que gracias a ellas la prole de Wolf se expandió en el Ecuador.

En el documental, Darío entrevista a su abuela quiteña y grafica un árbol genealógico sobre la mesa del comedor. Del árbol sale una gruesa rama por el lado de Jacinta, lo cual genera incredulidad y desazón en la abuela. Primero intenta la negación al pretender “podar” las ramas indeseadas, para después suavizarse y mencionar que era normal que en esos tiempos el patrón tuviera relaciones con el servicio doméstico, pero que ello no las hacía parte de la familia.

Es inevitable hacer el paralelo entre Darío y Gabriela Wiener, escritora peruana residente en España. Ella es tataranieta del científico francés de origen austriaco Charles Wiener, quien tuvo también relaciones con una indígena peruana de la cual Gabriela es el resultado. Gabriela resiste estoicamente el racismo en España y al mismo tiempo acusa a su tatarabuelo de haberse llevado miles de piezas precolombinas a Europa, despojando así al Perú de su patrimonio cultural.

El documental de Darío Aguirre le lanza un arpón al corazón de la clase mestiza ecuatoriana, que hace lo imposible para encumbrar su pasado europeo y al mismo tiempo invisibilizar y ningunear su vertiente indígena, la cual, gracias a alguna mano divina, es parte de su condición mestiza. (O)