En la escuela jugábamos al territorio, en el que en la tierra viva, frente a frente, marcábamos una línea divisoria y desafiábamos a nuestro rival a que se atreviera a pisar esa línea, esa raya, y, si lo hacía, empezaba la pelea a los puñetes; eso es lo que está ocurriendo en el mar Caribe, donde los Estados Unidos ha trazado una línea divisoria delante de la costa venezolana, prohibiendo el paso de barcos petroleros, respaldando su amenaza con una poderosísima flota naval; pero, el juego deja de ser tal, porque le han aceptado el reto: la propia Venezuela, que está enviando sus cargueros acompañados de barcos de guerra, y China y Rusia. Esta última, a más de enviar cargueros, desafiantemente, con su bandera, ha advertido a Estados Unidos, de que un ataque a territorio venezolano significaría un ataque a Rusia y China. ¡Como entre los cargueros se encontraba uno transportando petróleo a China, esta le dio a Estados Unidos un plazo de 24 horas para liberarlo o atenerse a consecuencias que podrían hacerles arrepentir de haber nacido!
Rusia tiene entre manos la guerra con Ucrania, lo que le enfrenta a la OTAN; conflicto en el que Estados Unidos está actuando en una suerte de mediación, a pesar que las potencias occidentales europeas están poniendo toda suerte de trabas para que fracase.
Por su parte, China está en un conflicto, todavía pacífico, con los Estados Unidos, por el territorio de Taiwán, y, recientemente, por la captura de un carguero transportando petróleo destinado a China, y que podría precipitar acciones más radicales.
En estos mismos días, China está realizando prácticas de guerra con fuego real alrededor de Taiwán.
Todo está en el mundo moderno tan interconectado, tan cercano, que ahora, en Latinoamérica vivimos tan próximos a los teatros de guerra mundiales, a pesar de habernos declarado “zona de paz”.
Fue muy satisfactorio que el presidente electo de Chile, José Antonio Kast, después de haber visitado Argentina y Ecuador, se haya limitado a condenar y desconocer al régimen de Nicolás Maduro, y no se haya pronunciado por una intervención norteamericana en suelo venezolano.
Es decir, igual que la actitud del actual Gobierno ecuatoriano, que no reconoce al Gobierno de Maduro, pero no ha respaldado una intervención militar norteamericana.
Hay que recordar las viejas enseñanzas de las Fábulas de Esopo, que recomendaba estar lejos cuando los toros se pelean entres sí, y evitar caer triturados bajo sus cascos.
El Gobierno del Ecuador ha recibido tropas de Estados Unidos en Manta, lo que nos coloca en una posición de vulnerabilidad, si hay enfrentamientos armados entre las grandes potencias, y en una posición equívoca en el conjunto de Latinoamérica, cuyos Gobiernos lucen tan divididos entre izquierda y derecha.
La posición neutral de Brasil, que inclusive se ofrece de mediador entre Estados Unidos y Venezuela, pero que es opuesto a cualquier intervención militar en Venezuela, parece es la más recomendable para nuestro país.
Tenemos suficientes problemas internos, para aumentárnoslos, innecesariamente, con los de otros países. (O)









