Once días fue el tiempo que necesitó el presidente Noboa para llegar a la conclusión que ya era obvia para todo el país en la noche de la consulta popular. Si es inexplicable la demora en reconocer el remezón, como denominó al rechazo y a la insatisfacción ciudadana, más grave es que no haya dimensionado la magnitud de ese hecho y que tampoco ofrezca pistas sobre el camino que deberá seguir en adelante. En un régimen democrático, un mandatario que sufre un revés rotundo está obligado no solo a escuchar la voz de sus mandantes, sino a informarles sobre los cambios que introducirá en su política y en su gestión. Viajar apresurada y misteriosamente al exterior sin dar explicaciones e impulsar un baile de sillas en el gabinete no solo son medidas insuficientes, sino que demuestran desorientación e improvisación. En ese contexto, el acertado nombramiento del doctor Enrique Herrería como asesor jurídico de la Presidencia constituye una excepción que hace más notorio el vacío político.
Norberto Bobbio, uno de los filósofos políticos más sólidos e influyentes en la construcción de la teoría de la democracia, afirmaba que “el gobierno de la democracia puede definirse como el gobierno del poder público en público”, entendiendo lo público como visible, como no secreto. Esa visibilidad debe caracterizar a todos los actos del poder, a su propia conformación, así como a las medidas que toma y a las razones que guían a estas. En otras palabras, no se reduce a señalar una obra por aquí y otra por allá, lanzadas sin contexto en una entrevista radial, sino a una verdadera orientación de la política por lo menos en sus aspectos fundamentales, como seguridad, salud, educación, economía y relaciones internacionales. Esa visibilidad no existió antes de la consulta ni se ha manifestado después de la oportunidad que se presentó con esta.
Confundir la visibilidad del poder con las técnicas comunicacionales, como lo viene haciendo el gobierno con su tropa de expertos (y expertas), lleva a minimizar la necesidad de definir políticas en el sentido profundo de la palabra. La misma campaña por las preguntas sometidas a la consulta demostró la insuficiencia de esa concepción que pone el énfasis en la cuña publicitaria y en el eslogan reiteradamente repetido, sin responder en lo más mínimo a una política de mediano o largo alcance. La posible instalación de una asamblea constituyente sin más justificación que las alusiones a un supuesto nuevo Ecuador fue recibida por el electorado como una convocatoria a la reiterada aventura de las refundaciones, sin norte ni ruta definida, que sobran en la historia nacional y que no llevan a ninguna parte.
Ahora, después del rotundo no a su falta de política, el presidente se embarca en un avión para ausentarse del país por más de treinta días. Como ocurrió con el viaje que inició pocas horas después de conocerse los resultados de la consulta, en esta ocasión tampoco están claros los objetivos y ni siquiera el carácter (oficial o privado) de cada uno de los viajes. No es una buena muestra de la transparencia que debe derivarse de la concepción del gobierno del poder público en público. Fuerte responsabilidad la que tendrá la vicepresidenta durante esa larga ausencia. (O)












