Con ocasión de la posible asamblea constituyente es pertinente detenernos en el entendimiento de lo que es una constitución. En términos globales, la constitución contiene una visión de lo que la sociedad quiere ser, quiere vivir, quiere lograr. Hay, pues, enunciaciones con sabor a proyección, con sabor a ideal, definiciones sobre cómo debe ser, sobre cómo debe actuar el Estado frente a los ciudadanos/as para que estos puedan realizarse como seres humanos. La constitución determina ciertos nortes inquebrantables, irrenunciables, inclaudicables, determinaciones que obligan a todos los Gobiernos, pues están concebidas a largo plazo; de ahí la importancia de que quienes tienen la grave responsabilidad de elaborar el proyecto de constitución entiendan que esta trasciende, que va más allá de cualquier administración gubernamental. La constitución nos obliga a todos a largo plazo; por ello, y por muchas razones, debe ser escrita con extremo cuidado y con un análisis previo y profundo sobre su contenido, efectos y posibles interpretaciones. La constitución es, por definición, una ley de difícil o compleja reforma, pues está concebida para ser estable en el tiempo. Por ello se dice que la constitución es rígida. El mejor ejemplo de constitución estable es la de los Estados Unidos de América.

Constitución 2008

Ahora bien, las proclamaciones constitucionales, los ideales que plasma la ley suprema no se materializan con anhelos; se pueden ejecutar basados en el soporte de instituciones bien concebidas, bien estructuradas, claras en sus propósitos. En otras palabras, es imprescindible una organización racional del Estado, organización que debe diseñarse para que sea eficiente, eficaz, práctica. Cuando hablamos de organización estatal hablamos implícitamente de gestión pública, la cual debe ser eficaz y lograr los mejores resultados al menor costo posible. Y esto solo se puede lograr designando a personas competentes, responsables, ágiles, que sepan trabajar bien. En la gestión pública es donde se suelen encontrar los más graves tropiezos. No puede haber pendejos al mando de las instituciones, intelectuales sobrados por sus títulos académicos. No, no. Cuando al frente de las instituciones se coloca a personas sin ninguna competencia en el área específica, entonces los problemas no tardan en llegar. Si a la falta de competencia específica se agrega el engreimiento o la estupidez en el comportamiento, entonces el fracaso está garantizado. El pequeño gran detalle es que ese fracaso afecta al pueblo. La asamblea constituyente que venga debe trabajar con los pies sobre la tierra, tener presente el costo de la instrumentación de los derechos. La constitución actual establece el derecho al acceso seguro y permanente a “alimentos nutritivos” (artículo 13), un derecho de difícil practicidad. El Ecuador exige candidatos de alto nivel, asesores competentes, trabajo eficaz. La racionalidad debe ser el fundamento, el norte del trabajo y el contenido esencial de nuestras instituciones jurídicas y democráticas. La constitución debe ser práctica, realizable, no una carta de sueños imposibles. ¿No cree usted? (O)