El presidente Daniel Noboa denunció a través de la red social X que Guayaquil consume agua contaminada “con caca, detergente, aluminio, plomo y cobre” por negligencia del Municipio. Noboa afirma que el río Daule, principal fuente de captación para el abastecimiento de agua potable en la ciudad, es un foco de contaminación. Ante la denuncia, el alcalde Aquiles Alvarez aseguró que el agua de Guayaquil no está contaminada.

Más allá de la pugna entre dos actores políticos, la realidad en el Ecuador es que el agua potable de Guayaquil sí tiene “caca”, al igual que todas las aguas “potables” del país.

Un estudio realizado por el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC) sobre desnutrición infantil revela que se encontró la bacteria Escherichia coli (E. coli) en el agua de Quito, Cuenca, Guayaquil y en todas las provincias del país.

El estudio revela que un 24,4 % del agua a nivel nacional está contaminada con esta bacteria. La situación es muy grave en las áreas rurales, pero las urbanas no están exentas de la contaminación, aunque en niveles menores. Las ciudades de Guayaquil, Cuenca y Ambato tienen niveles importantes de contaminación. Quito tiene un nivel menor, pero aún existe el problema.

La escalofriante realidad es que los ecuatorianos consumimos agua contaminada por la E. coli, presente en las heces de animales y personas.

El agua analizada proviene de la red pública, pozos, lagos, ríos, entre otros, pero también se ha encontrado la bacteria en piscinas y en el agua de botellón.

La E. coli es una bacteria que provoca enfermedades como diarrea, dolor de estómago, gastroenteritis. Algunas cepas pueden causar además daño renal.

Los niños pequeños, los adultos mayores y personas con sistemas inmunitarios debilitados son los que sufren complicaciones más graves por consumir agua contaminada con E. coli.

Las consecuencias en los niños son muy graves porque generan un alto riesgo para su salud. Las diarreas agudas son la segunda causa de muerte en los menores de 5 años en los países en desarrollo y se ha comprobado que es uno de los principales determinantes de la desnutrición crónica infantil que hoy afecta al 20,1 % de los niños menores de 2 años en Ecuador.

Estos niños que crecen con desnutrición infantil sentirán limitaciones no solo en su crecimiento físico, sino en su desarrollo cerebral y capacidad de aprendizaje, lo que tiene un alto impacto en el desarrollo económico y social del país.

Más allá de las disputas políticas, que seguro quedarán en nada, lo cierto es que los ecuatorianos consumimos esta porquería de agua, no importa donde residamos.

Ecuador debe poner fin a este problema de inmediato y asegurarnos agua de calidad a todos.

No es suficiente poner un mensaje en redes sociales para atacar a un rival durante una campaña política.

Rebajar esta discusión a ese nivel es vergonzoso. Tomar agua contaminada no es broma, es nuestra salud la que está en juego.

El Estado en su conjunto debe tomar acciones ya. (O)