“Infantino anuncia un Mundial de Clubes con 32 equipos en 2025”, fue el despacho de los medios y las agencias noticiosas internacionales el 16 de diciembre de 2022. Pareció una noticia dislocada. El calendario del fútbol ya estaba atestado.
Si algo le rebalsa a este deporte, a los clubes y selecciones, son torneos y partidos, pero la FIFA, y especialmente su presidente Infantino, entiende que aún se necesitan más. Y en ese breve lapso de dos años y medio se consumó. Ya está, ya llegó.
Lo que para muchos hinchas y analistas era un engendro, es una realidad: el nuevo Mundial de Clubes con 32 participantes, 63 partidos y un mes de duración.
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El impresionante Hard Rock Stadium de Miami, de tan triste recuerdo por la final de la Copa América -que pudo ser tragedia-, fue elegido para dar el saque inicial. ¿Por qué…? Por Messi. Es la megaatracción del fútbol estadounidense, arrastra decenas de miles de espectadores en cada partido de la MLS y era el gancho perfecto para imantar al público en el debut del supertorneo que repartirá 1.000 millones de dólares en premios, 125 de ellos al campeón.
Nada es casual: Messi y su Inter Miami fueron escogidos para el cotejo inaugural, el que siempre marca una tendencia. El Inter Miami está muy lejos de ser un equipo competitivo frente a los grandes de Europa o de Brasil y Argentina, pero millones en Estados Unidos se calzan una camiseta rosa con el número 10 atrás.
No obstante, hay que ver si pega este Mundial. Se da en un momento convulso de Estados Unidos con los migrantes latinoamericanos, y justamente son estos los que llenan los estadios en el fútbol allá. Gente latina, incluso con papeles en regla, permanece encerrada en sus casas por temor a las redadas.
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En febrero pasado, un grupo de inmigrantes brasileños que conforman una peña flamenguista en Miami y se reúnen habitualmente para ver partidos de su equipo tenía previsto juntarse, como siempre, para ver la Supercopa de Brasil entre Flamengo y Botafogo. Desistieron de la idea, podían ser individualizados y, tal vez, deportados. Lo vio cada uno desde su domicilio. Así está el clima.
Messi es el afiche de este Mundial de Clubes, pero ¿alcanzará el innegable “efecto Messi” de la MLS para acercar espectadores…? Huuuummmm… “No hay ambiente de torneo. Nada, cero. Puede que se junten hinchas en los bares, pero nada más, nadie habla de esto”, ilustra Johani Ponce, periodista venezolana residente allí mismo, en Miami.
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“Cuatro dólares para ver a Messi: las desesperadas medidas de la FIFA por la baja venta de entradas”, titula La Tercera, de Chile. “En Ticketmaster, el socio oficial de venta de boletos de la FIFA para el Mundial de Clubes, las entradas más baratas para el partido inaugural costaban (en un principio) 349 dólares en diciembre. (Pero) hasta el jueves había entradas disponibles por poco menos de 80 dólares”, escribe Anne Peterson, de Los Angeles Times.
Luego, FIFA difundió que habría boletos a 4 dólares para estudiantes, obviamente con el fin de poblar el inmenso Hard Rock, con aforo para 65.000 personas. Que apareciera un coloso semivacío no era buena señal de comienzo para esta nueva y pomposa oferta futbolera.
Pero seamos justos: es la primera edición, demos el beneficio de la duda. Por otra parte, el periodismo ha sido siempre acérrimo enemigo de todas las innovaciones que se han presentado en el fútbol. Y la gran mayoría terminó siendo buena.
Cuando la eliminatoria pasó de jugarse en tres grupos al todos contra todos, un alto porcentaje de la prensa sudamericana dijo: “¡Qué barbaridad, qué vergüenza…!”. Y fue un acierto notable: es hermosa actualmente. Cuando se implementó el VAR, miles de analistas afirmaron indignados: “Es la muerte del fútbol”.
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Hoy, si un partido no tiene VAR todos se preguntan: “¿Cómo es posible…? Qué disparate…”. Hay cientos de ejemplos, nos demandaría varias columnas enumerarlos. La Liga de Naciones de Europa, de reciente creación, también fue vilipendiada en su inicio. Luego demostró ser una genialidad: en lugar de ocupar las fechas FIFA con aburridos amistosos, alguien se preguntó: “¿Y por qué en vez de juegos preparatorios no ocupamos a las mismas selecciones con un torneo oficial…?”.
La versión inaugural no impactó mucho, pero esta última que acaba de ganar Portugal fue un suceso extraordinario. Y el público, agradecido. El tema es que los periodistas nunca se rectifican.
El inquieto Gianni Infantino produjo más cambios en sus nueve años de mandato que toda la FIFA en el siglo anterior a él. Es una máquina de anunciar y hacer. No mira a Europa ni a Brasil, como los presidentes anteriores, está decididamente volcado a Estados Unidos (reside en Miami) y al mundo árabe. Es posible que este Mundial haya nacido de la puja que sostiene con Aleksander Čeferin, titular de la UEFA.
El esloveno presume de tener la Champions y los mejores clubes. Infantino le responde con esto: “Me llevo a tus doce mejores clubes a jugar un mes en Estados Unidos. No se pueden negar, los llenaré de plata”. Infantino recuerda a João Havelange, que enarbolaba un lema: “Todo lo que se llame fútbol pertenece a la FIFA”.
Y los clubes van gustosos. El Real Madrid pagó 10 millones de euros al Liverpool como compensación para que libere a Alexander Trent Arnold veinte días antes del fin de su contrato y pueda jugar este Mundial. Lo necesita porque quiere ganarlo para salvar una temporada aciaga y porque el premio en metálico es muy fuerte. Equivale a ganar la Copa de Europa.
“Hay que cuidar la salud de los jugadores, son demasiados partidos, no tendrán vacaciones”, se alzan voces. Otros van más allá: hablan de explotación. Se les responde con una realidad: los jugadores cobran fortunas cada vez mayores y es preciso organizar más torneos y recaudar más para poder pagarles.
Los futbolistas quieren jugar menos, pero cobrar cada vez más. ¿Los futbolistas explotados…? Es un chiste: son ultramillonarios y tienen todas las prerrogativas. Si no se sienten en condiciones pueden hablar con el técnico y pasar de uno o más partidos, para eso los clubes tienen planteles de 25 o 30 atletas. Y está la gloria, que también cuenta. Y los derivados del éxito: si son campeones firmarán nuevos y más lucrativos contratos.
La cartelera presenta los nombres más grandes de los seis continentes futbolísticos. Sobresalen los europeos por poderío, los sudamericanos por tradición. ¿Quién puede ser el campeón…? El Real Madrid, en cuyo banco debutará Xabi Alonso, encabeza el favoritismo en las casas de apuestas, 2.° PSG, 3.° Manchester City, 4.° Bayern Munich, 5.° Chelsea, 6.° Inter, 7.° Atlético Madrid, 8.° Borussia Dortmund, 9.° Juventus y 10.° Palmeiras, primer sudamericano y también máximo candidato a ganar la Libertadores.
Si lo dejan elegir, este cronista se queda con el PSG. Está con el envión anímico y futbolístico, Luis Enrique ha conformado una máquina de jugar y de atacar y tiene jugadores en estado de gracia,. como Vitinha, Doué, Dembélé, Barcola, Willian Pacho, Marquinhos, Nuno Mendes, João Neves…
El estado de los campos, los elevados precios de las entradas, la falta de experiencia organizativa en materia de fútbol y las enormes distancias entre las sedes son siempre los puntos oscuros que presentan los torneos en Estados Unidos. Pero Gianni Infantino arremete con su optimismo sin par: “Este Mundial abre una nueva era para el fútbol”. Veremos… (O)