Después de permanecer inmóvil durante tres años en la marina turca de Marmaris, desde que comenzó la guerra entre Rusia y Ucrania, el impresionante yate Eclipse rompió su letargo para dirigirse hacia Estambul.
Este coloso flotante de 162.5 metros de largo y valorado en 700 millones de dólares pertenece al magnate ruso con nacionalidad portuguesa, Roman Abramovich y representa una de las embarcaciones privadas más avanzadas jamás construidas.
Los 209 mil dólares anuales en tarifas de atraque que acumuló mientras permanecía anclado desde marzo de 2022 parecen insignificantes comparados con los gastos que le esperan. Una renovación integral que podría superar los 40 millones de dólares, apunta el sitio web Luxury Launches.
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Renovación del yate Eclipse
El destino probable del Eclipse es el astillero Tuzla en el lado asiático de Estambul, uno de los pocos diques secos de la región capaz de albergar una bestia de estas dimensiones.
El momento no es casualidad. Con 15 años desde su entrega por Blohm+Voss en Hamburgo, el yate debe someterse a lo que la industria marítima conoce como Inspección Especial de Clase, una revisión exhaustiva que se realiza cada cinco años y que en este hito de década y media resulta particularmente exigente.
El proceso incluye desde medición ultrasónica del casco y renovación de pintura antiincrustante hasta desmontaje completo de ejes, timones y estabilizadores.
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La embarcación, famosa por sus dos helipuertos, un submarino y una piscina que se transforma en pista de baile, enfrentará trabajos que van mucho más allá del mantenimiento técnico obligatorio.
Se espera una renovación cosmética completa que puede incluir repintado total del casco y superestructura, una tarea que en yates de esta categoría ha llegado a costar 20 millones de dólares solo en pintura.
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Para Abramovich, cuya fortuna proviene de ingresos petroleros, estos gastos millonarios no representan simple mantenimiento, sino una inversión para preservar la reputación del Eclipse como símbolo flotante de riqueza e ingeniería.
Su larga estancia en Marmaris reflejó cómo la geopolítica condicionó los movimientos de la flota del magnate desde 2022, pero su partida hacia Estambul marca el inicio de una transformación que la industria náutica seguirá de cerca.
(I)
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