En el suburbio de Guayaquil, diciembre vuelve a transformar las calles en un corredor de creatividad.

El sonido de las sierras, el olor del pegamento y las figuras inmensas recubiertas de papel revelan que avanza la construcción de los monigotes gigantes, una tradición que cada año convoca a miles de familias.

Gino Santos Rodrigo y la magia de My Melody

Gino Santos elabora monigote gigante en el suroeste de Guayaquil. Foto Francisco Verni / EL UNIVERSO.

En la esquina de la 15 y Alcedo, Gino Santos trabaja sin pausa mientras habla. A un costado tiene cartones recién humedecidos; al otro, listones de madera que dan forma al esqueleto de su obra.

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“Esto lo aprendí desde los 8 años, cuando mi mamita me enseñó. Comencé con muñecos de aserrín, luego con caretas de barro que sacaba del estero. A los 12 o 13 años ya hacía el cuerpo en madera. Uno le daba vida al papel”, recuerda mientras ajusta el techo de la casita que integra su montaje.

Su propuesta de este año recrea la serie My Melody, con una casa a escala que incluye una puerta para ingresar y tomarse fotos. Dentro colocará un pequeño sofá y reforzará el caballo y el pony para que los niños puedan subirse.

“Esto lo hago solo desde septiembre. Estoy aquí todos los días, dándole forma al cuerpo, al rostro, a los detalles. Para el 25 o 26 ya debe estar listo, porque desde el 24 más o menos arranca la ruta turística del Municipio”, comenta sin detener las manos.

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El taller refleja la intensidad del trabajo: capas de papel recién pegadas, piezas en proceso de secado y herramientas regadas entre la acera y la vereda.

Solo la casita ya consumió $ 400 y, sumando personajes y acabados, la inversión superará los $ 800. “Antes uno encontraba cartón en la calle y hacía magia con eso. Ahora todo se compra. Si la gente viene, se toma la fotito y colabora con su dólar, se recupera algo y la tradición sigue”, afirma.

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Adolfo Alvarado: Los Cuatro Fantásticos y Galactus

Adolfo Alvarado llega al tramo final de su obra que será una batalla entre Los Cuatro Fantásticos y Galactus. Foto: Francisco Verni Peralta

A pocas cuadras, en la 15 y Capitán Nájera, Adolfo Alvarado, de 29 años, avanza con una de las propuestas más grandes del sector: Los Cuatro Fantásticos versus Galactus, inspirada en la película estrenada este año.

En su taller lo acompañan piezas colosales cubiertas con telas mientras se secan. “Galactus tendrá unos 13 metros. Solo la cabeza mide 2,20 metros. Todo está hecho a escala real, como en la película”, explica.

Alvarado trabaja en este arte desde los 14 años, impulsado por lo que veía en su propio barrio. Empezaron en septiembre y deben tenerlo listo el 22 de diciembre. “Ya llevamos unos $ 1.500 en materiales, pero la obra completa pasa de los $ 2.000”, estima.

Su invitación es directa: “Que la gente venga sin miedo. Aquí hay seguridad del barrio, del Municipio, de la Policía y la ATM. Este arte vive gracias al público”.

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Jacobo Palacio: Mickey Mouse y dos décadas de arte barrial

En Febres Cordero, entre la 15 y la 16, Jacobo Palacio trabaja con su equipo en una escena navideña de Mickey Mouse y sus amigos. Goofy alcanza los 5 metros y acompaña una casa y un árbol decorado. “Estamos ya en la etapa de decoración. Este sábado abrimos para que la gente pueda visitarnos”, indica.

La inversión supera los $ 1.000, y Palacio lleva casi 20 años en esta tradición. “Ya es un compromiso con el barrio; esperan algo nuevo cada año”, explica. El ingreso cuesta un dólar para tomarse fotos.

Fausto Meregildo: El Sombrerero Loco de 11 metros

El Sombrerero Loco de 'Alicia en el País de las Maravillas' entra en la etapa final de su construcción. Foto: Francisco Verni Peralta

En la 16 y Huancavilca, Fausto Meregildo da forma al Sombrerero Loco, de Alicia en el País de las Maravillas. “Tiene aproximadamente 11 metros. Lo empezamos los primeros días de septiembre, entre dos personas”, dice. La inversión ronda los $ 1.500.

La parte más compleja ha sido la cabeza. Lleva alrededor de diez años en este oficio. “Empecé con otros compañeros, haciendo piezas pequeñas. Ahora ya hacemos obras grandes”, explica. Su llamado a la ciudadanía es directo: “Que nos visiten, que se lleven una fotito. Es económico, un dólar. Siempre recuperamos algo con eso”.

Un arte que une a la comunidad y atrae el turismo

Todos coinciden en que estas figuras no son simples decoraciones: son el resultado de años de aprendizaje, trabajo comunitario y creatividad.

Más que adornos de fin de año, representan un esfuerzo colectivo por mantener vivo un oficio que reúne arte, memoria barrial y turismo local.

En los próximos días arranca la Ruta de Monigotes Gigantes en el suburbio. Una veintena de artesanos son parte de una asociación que recibe apoyo municipal, con la entrega de un monto económico. (I)