Víctor Franco viste los colores de la Navidad con sus zancos para alegrar los agasajos de niños y adultos

La inclinación por el arte nació en Víctor Franco durante su adolescencia. El teatro fue el primer acercamiento -antes de llegar a los zancos- que tuvo con esta corriente que, hasta ahora, es parte de su día a día en su trabajo a tiempo completo.Cuando estudiaba en el colegio Doctor Teodoro Maldonado Carbo, en el suburbio, llegó la oportunidad de participar en un proyecto municipal en el sector Cisne 2.Por seis meses, un grupo de jóvenes aprendería sobre pantomima, danza, teatro, murga y el uso de zancos.Durante las primeras clases, lo que más le impactó a Víctor fue cómo con esas estructuras de madera o metal podía una persona alcanzar un punto de equilibrio, bailar, correr e incluso hacer acrobacias.Fue así como luego de ese taller y tras salir del colegio tomó esa afición y la convirtió en su principal fuente de ingresos con la que sostiene a su familia hasta la fecha.Víctor empezó a trabajar junto con empresas y una productora por al menos cinco años. Luego, cuando ya consolidó su manejo de estos artículos, se lanzó a emprender su marca Zanquero Víctor Eventos.El trabajo previo que había desarrollado desde sus 17 años le permitió formar nexos y adquirir así sus primeros contratos dentro de la ciudad.Poco a poco, con sus conocimientos de baile y la frecuente práctica, logró dominar este arte que tomó fuerza entre 2009 y 2012 por la conocida ‘hora loca’, que se contrataba para eventos. En Guayaquil, esta actividad tuvo su auge, incluidos los zanqueros.La necesidad de adaptarse a la demanda del mercado lo obligó a ser versátil. El zanquero empezó a ampliar su catálogo de servicios y vestuario para poder abarcar los pedidos más exigentes de los clientes.Fue así como desde 2016 con su pequeña empresa apostó también por amenizar eventos masivos y agasajos navideños.Víctor asegura que esto lo llena de energía ya que los niños, en los festejos de diciembre, son los más asombrados con la llegada de Papá Noel y personajes como él.“Los chicos se acercan, quieren que los subamos porque nos ven saltando, nos ven como esos grandes hombres que están bailando con una gran sonrisa”, manifiesta Franco.Para diciembre, el artista desempolva sus trajes en colores rojo y verde, los sombreros brillantes y también proyecta cómo se maquillará en el mes.Al menos 40 minutos le toma colocarse pintura en el rostro, algunos apliques y amarrarse los zancos a los pies, que le darán una altura de más de dos metros. Los pantalones que usa son amplios, largos y de telas ligeras. Asimismo, el tradicional chaleco o saco con cola, dependiendo del evento.Según el artista, este tipo de habilidades requiere una preparación física y también mental, ya que se necesita estar concentrado para no caer y tener una buena energía para transmitir eso a la gente durante las presentaciones.“La gente acude a nosotros porque somos un personaje más que está alegre, que inyecta el espíritu navideño. Nosotros tratamos de ser siempre amables y también transmitir eso a quienes se detienen a tomarse fotos, porque nos ven en movimiento o acompañados de los personajes propios de la Navidad”, asegura.En los años que lleva desarrollando su personaje ha pasado por múltiples lesiones y caídas. Por ello, Víctor dedica al menos cuatro horas al día para practicar y mejorar movimientos.En Guayaquil forma parte de un gran grupo de artistas, entre los que figuran bandas de paz, grupos de danza y payasos. Entre todos, asegura, tratan de apoyarse durante todo el año.“Guayaquil tiene arte que desde un espacio pequeño siempre trata de mantenerse. Diciembre es un mes más en el que el arte resurge gracias a las festividades”, manifiesta. (I)

Víctor Franco viste los colores de la Navidad con sus zancos para alegrar los agasajos de niños y adultos

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