Quizá muchos recuerden las imágenes que se transmitieron por televisión el día que anunciaron el Premio Nobel de Literatura 2007 para la escritora británica Doris Lessing. La Academia Sueca no pudo avisarle del galardón porque ella no estaba en casa. Y cuando la autora, una anciana de 88 años, volvió a su vivienda, se encontró con decenas de periodistas que la esperaban y que le formularon toda clase de preguntas.

“Por su capacidad para transmitir la épica de la experiencia femenina y narrar la división de la civilización con escepticismo, pasión y fuerza visionaria”, decía el veredicto del Nobel.

En 1962 Doris Lessing publicó su novela más conocida, El cuaderno dorado, que fue catalogada como una obra de reivindicaciones feministas y ella se convirtió, a partir de entonces, en una autora que las jóvenes escritoras o aspirantes a serlo leían con veneración. Mujeres de letras como las españolas Rosa Montero y Carme Riera así lo han manifestado.

Testigo de casi todos los acontecimientos del siglo XX, Doris Lessing nació el 22 de octubre de 1919 y falleció el 17 de noviembre de 2013, a los 94 años. Se llamaba, en realidad, Doris May Tayler. Tomó el apellido Lessing de su segundo esposo.

Si viviera, ahora tendría 106 años. Su infancia y juventud transcurrieron en Rodesia del Sur, hoy denominada Zimbabue. Es una autora pionera, feminista, rebelde, que siempre vivió según sus propias convicciones, saltándose incluso las convenciones sociales. Fue comunista en su juventud, ideología de la que luego de apartó.

Rosa Montero la entrevistó en 1997, en su casa de Londres, diez años antes de que ganara el Nobel. En la entrevista inserta descripciones de la modesta casa y el diálogo se centra en la infancia de la autora, en su vida en Rodesia del Sur, en la mala relación que tenía con su madre, en su escritura, en su edad de entonces y en el abandono de los hijos que tuvo de su primer matrimonio.

“La nuestra es una conversación difícil, tartamuda, a ratos íntima, a ratos remota; llena de evidentes y mutuos deseos de entendernos, pero lastrada por no sé qué distancia insalvable, por ese pequeño abismo transparente que a veces aísla de modo irresoluble a las personas”, dice Montero. La entrevista puede leerse en el libro El peligro de estar cuerda, de 2022.

Doris Lessing es una fecunda escritora. Su producción literaria abarca novelas, relatos cortos, teatro, lírica, ensayo, biografía y libreto de ópera. Sus obras tienen mucho de autobiografía. Incluso se ve huella autobiográfica en los libros que se apartan del realismo e incursionan en la ciencia ficción.

De esta autora estoy leyendo Memorias de una superviviente, una novela que publicó en 1974, cuando tenía 55 años, y está narrada por una mujer adulta, quizá de la misma edad que tenía la propia escritora cuando la creó. Es una pieza que podría ser considerada una distopía moderada. Está ambientada en un futuro en el que la humanidad vive en un estado primitivo y caótico, con lo cual se salta la idea de prosperidad, esa idea de la que la sociedad progresa y convive con nuevas tecnologías e inventos. Aquí todo es retroceso. La cotidianidad de la mujer cambia cuando llega a casa una niña, de nombre Emily, que alguien le deja a su cuidado.

El crítico Harold Bloom dijo que Lessing le resultó interesante durante un tiempo, pero que su ciencia ficción era de baja calidad. No me desanima ese juicio. Sigo leyendo Memorias de una superviviente. (O)