Un decreto firmado por el entonces presidente de la República, José María Velasco Ibarra, a comienzos de la década de los años sesenta, dio paso a la conformación de una de las entidades que por años ha sido el referente de investigadores nacionales y extranjeros ávidos por empaparse con la historia del Ecuador, y en especial con la de esta provincia.Es el Archivo Histórico del Guayas (AHG), una organización que –para mantener el interés del público– ha tenido que repensar sus modelos de llegada hacia él y convertirse en una institución de puertas abiertas, pero conservando la esencia con la que Julio Estrada Icaza la ideó: ser un centro de investigación histórica.Pese a no tener mayores recursos presupuestarios, más que las colecciones históricas personales de Julio Estrada Icaza y de colegas y amigos cercanos, así como del producto de la gestión institucional que se hacía para traer a Guayaquil los archivos documentales que se encontraban en “cada una de las ciudades de segundo orden que había en la provincia”, ya en sus inicios (1971) el Archivo Histórico pisaba con pie fuerte.Melvin Hoyos, quien actualmente es el director de Cultura del Municipio, fue parte de esta primera etapa del Archivo Histórico, cuyas primeras instalaciones se encontraban en el Parque Forestal, en el sur de la ciudad. Cuenta que en ese entonces solo había dos investigadores (Ezio Garay y Hoyos), además de Estrada y de una paleógrafa y una bibliotecaria, pero aun así resalta que se hicieron logros importantes, entre ellos, la edición de la revista semestral en la que se publicaban los trabajos de los investigadores de planta y de los colaboradores externos.La adquisición de las máquinas para iniciar su propia producción editorial, que consistió en extensas colecciones sobre el patrimonio histórico de la ciudad, es otra de las gestiones que se resaltan de esta etapa.Para los años ochenta, los recursos para mantener una infraestructura como la del Archivo Histórico empezaron a verse disminuidos, cuenta una exfuncionaria que trabajó con Julio Estrada y que prefirió no ser identificada. Señala que con miras a mejorar la situación de la entidad se firmó un convenio con el Banco Central, y es allí cuando el AHG se convierte en una dependencia del Departamento de Cultura del banco.Asegura que desde ese momento, el Archivo vio su debacle, pues ya no contaba con ningún tipo de autonomía.Por motivos externos Julio Estrada, quien fallece en 1993, renuncia a la dirección del Archivo. Para el 2000 el AHG se había trasladado del edificio del Banco Central a otra instalación, en el corazón de la ciudad. Para entonces José Antonio Gómez Iturralde, quien en 2002 asumiría la batuta del AHG, ya se había enamorado del potencial de la institución.Con la creación de la Fundación Fernando Aspiazu Carbo, Gómez Iturralde estableció un nuevo convenio con el Banco Central para movilizar el Archivo a las instalaciones de la av. de las Américas, que no serían las definitivas, pues en aquella época solo ocupaban la mitad del espacio trasero de donde está ahora la entidad.La institución tuvo nuevos aires. Gómez Iturralde decidió expander su público objetivo. Vio la necesidad de llevar la historia no solo a profesionales de la rama o a universitarios, sino a los colegiales. Enfatizó además las investigaciones sobre la cultura montuvia, a la que considera la más importante.El 2010 fue un año duro para Gómez Iturralde, pues fue removido del cargo. La titularidad de la entidad recayó en 2011 en Mariella García hasta 2016. Ella ahora labora en el MAAC y dice que su periodo fue fructífero en cuanto a vínculos con la comunidad. Delia María Torres es la actual directora del Archivo Histórico y sus predecesores dicen que hace maravillas culturales, pese a la falta de presupuesto. <strong>(I)</strong>