Los domingos, la más reciente película de la española Alauda Ruiz de Azúa, recordada por Cinco lobitos y Querer, ha dado de que hablar en la edición 73 del Festival de San Sebastián.
Parte de una premisa inesperada y potente: una adolescente de 17 años que, en pleno siglo XXI, considera entrar en un convento como monja de clausura. A partir de ahí, la historia va desplegando temas incómodos y necesarios: la educación religiosa, las tensiones familiares, la economía y, sobre todo, la fe.
Aunque Ruiz de Azúa se declara no creyente, construye un relato que no juzga a sus personajes, sino que los observa con la paciencia de quien quiere entenderlos. Esa mirada ha generado tanto entusiasmo como rechazo, sobre todo entre los anticlericales más firmes.
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La joven protagonista cobra vida gracias a Blanca Soroa, debutante en pantalla. Viene de una familia de clase media tradicional, educada en un colegio católico privado, pero golpeada por la muerte de la madre y los fracasos económicos del padre (Miguel Garcés), un hombre conservador que, además, no sabe cómo acompañar a sus hijas.
La tía, encarnada por Patricia López de Arnaiz, es su contrapunto: atea, desencantada, cargando con su propia crisis de pareja y en conflicto con su hermano por la herencia. Ella intenta disuadir a la muchacha de su vocación, aunque tampoco logra escapar de sus propias contradicciones.
Ruiz de Azúa amplía la idea de fe: no solo en lo divino, también en lo humano. “No creo en Dios, pero sí creo en que todos necesitamos aferrarnos a algo. Hacemos actos de fe cada día para sobrevivir en un mundo indiferente. Creemos en la familia, en las amistades, en proyectos profesionales o artísticos”, reflexiona.
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Como en Querer, donde exploró la violencia de pareja, aquí también hubo un proceso riguroso de investigación: entrevistas, testimonios, encuentros con gente diversa, incluidas monjas de clausura.
“Lo que más me marcó fueron las historias que hablaban del amor a Dios”, revela. “Ahí entendí que la película tenía que construirse desde dos polos: la tía que lo ve como un disparate y la adolescente que siente la vocación como un llamado profundo. Entre ese amor espiritual, absoluto, y el amor familiar, imperfecto y terrenal, late el conflicto”.
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En este sentido, la película también se puede leer como la historia de una joven vulnerada: educación católica estricta, madre ausente, padre rígido y censurador. Y, aun así, el relato no se cierra: deja un espacio para la posibilidad de que Dios, efectivamente, pueda hablarle a una muchacha. “Mi visión sobre la Iglesia no cambió”, aclara Ruiz de Azúa, “pero descubrí que la fe le ha dado consuelo real a mucha gente”.
Nagore Aramburu encarna a la priora, figura clave para entender cómo la Iglesia acompaña o empuja a quienes sienten la vocación. “Era un personaje delicadísimo”, admite la directora, “no podía ni ridiculizarlo ni convertirlo en un ejemplo absoluto. Como espectador, te preguntas: ¿está apoyando a la chica o la está presionando?”.
El coro religioso del colegio envuelve la película, creando una atmósfera ambigua: puede sonar como amenaza o como elevación espiritual, según los ojos (y oídos) del espectador. Nada en Los domingos se entrega fácil, pero incluso los más críticos coinciden en que Alauda Ruiz de Azúa ha vuelto a demostrar rigor, valentía y sensibilidad en su cine.
La producción del filme está a manos de Movistar Plus+ junto con Buenapinta Media de Marisa Fernández Armenteros (El Agente Topo), Sandra Hermida de Colosé Producciones (La sociedad de la nieve), Nahikari Ipiña de Sayaka Producciones y Manu Calvo de Encanta Films (Heridos). Su distribución nacional será por parte de BTeam Pictures, e internacionalmente se encargará la francesa Le Pacte. (E)
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