“Queremos representar al país como se debe”, dicen casi al unísono Belén Navia y Andrea (Andy) Abad. Esa sincronía que las caracteriza no solo define su estilo escénico, sino también su forma de trabajar, soñar y avanzar juntas.
Ambas cosplayers guayaquileñas celebran haber ganado la final nacional de Budokan Ecuador 2025, el evento más importante de cosplay que se desarrolló por primera vez en el país, que les otorgó el pase para competir en World Cosplay Summit 2026 en Nagoya, Japón.
El logro no llegó de la noche a la mañana. Detrás hay años de aprendizaje, ensayo y evolución dentro de una comunidad creativa que crece día a día en Ecuador.
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Andy, de 33 años, recuerda que su primer acercamiento al cosplay fue en 2009, cuando todavía estaba en el colegio. En una feria escolar sobre cultura japonesa decidió vestirse como un personaje de anime, sin saber que ese gesto marcaría el inicio de una pasión de toda la vida.
“Era algo más por diversión. Me encantaba interpretar personajes y recrear sus trajes, aunque al principio no tenía idea de costura ni de materiales. Fui aprendiendo a base de ensayo y error”, cuenta. Con el tiempo, esa curiosidad inicial se transformó en un compromiso artístico que hoy combina con su trabajo y con la creación de contenido digital.
A lo largo de los años, ha explorado distintos oficios. Ha trabajado en oficinas, en una naviera, en bancos, como recepcionista e incluso en el aeropuerto.
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“Nunca he podido quedarme quieta en un solo lugar”, dice riendo. Esa búsqueda constante la llevó a descubrir en el contenido digital una forma de unir sus habilidades creativas con su pasión por el cosplay. Actualmente trabaja con diversas marcas, produciendo y gestionando sus redes sociales, lo que también le permite dedicar tiempo a su propio crecimiento como creadora.
Su carrera en el cosplay le ha abierto puertas dentro y fuera del país. Ha sido invitada como cosplayer internacional en países como Panamá y Colombia. Hoy, su presencia en redes sociales sigue creciendo, y su trabajo combina profesionalismo, talento y una autenticidad que ha inspirado a cientos de seguidores en Ecuador y más allá.
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En esa misma línea, Belén descubrió el mundo del cosplay movida por la curiosidad y la admiración. La primera vez que asistió a una convención quedó impactada al ver a tantas personas disfrazadas e interpretando a sus personajes favoritos. “Yo también quiero hacer eso”, se dijo. Aunque no sabía nada de maquillaje ni confección, empezó a aprender de a poco, combinando intuición y creatividad.
A sus 29 años y con 16 dedicados al cosplay, recuerda que comenzó en 2009, cuando tenía apenas 13. “Siempre he sido súper fan del anime”, dice. Pasaba horas en foros de internet viendo cómo en otros países la gente se disfrazaba de sus personajes favoritos, hasta que un día vio a un grupo de jóvenes haciendo cosplay en el Mall del Sol y supo que quería ser parte de eso. Le pidió a su mamá que le ayudara a confeccionar su primer traje, y así empezó todo.
Aunque su madre no era costurera profesional, en casa siempre hubo una máquina de coser y mucha inventiva. “La mayoría de mis mejores cosplays los hicimos juntas”, cuenta. Hoy es diseñadora gráfica y licenciada en producción audiovisual por la ESPOL, profesiones que han potenciado su visión artística y su forma de entender el cosplay como una disciplina que mezcla arte, diseño y pasión.
Ambas se conocieron en eventos de anime en Guayaquil y conectaron de inmediato. Con el tiempo, esa amistad se convirtió en una dupla sólida. “Tenemos una forma de entendernos sin hablar”, cuenta Belén.
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Su presentación en la Budokan 2025, inspirada en la serie Los diarios de la boticaria, combinó actuación en vivo, proyecciones visuales, música, doblaje original y efectos de sonido sincronizados al milímetro. “Queríamos que todo se sintiera vivo, que el público no solo viera un cosplay, sino una historia completa”, explica.
El proceso fue intenso. No podían usar audios con copyright, así que grabaron todo desde cero. Escribieron un guion adaptado, dirigieron las voces con ayuda de amigos aficionados a la locución y cuidaron cada detalle sonoro. “Hasta los pasos, los golpes y el viento fueron grabados por nosotras. Queríamos que el sonido fuera parte de la coreografía”, dice Andy.
Además, contaron con el apoyo de una amiga directora de teatro, quien las ayudó a perfeccionar la expresión corporal y la interpretación escénica.
El día de la competencia, todo salió a la perfección. Al escuchar sus nombres como ganadoras, rompieron en llanto. “Yo le decía a Belén: si hay un universo donde ganamos, quiero estar en ese. Y estamos en ese”, recuerda Andy.
En redes sociales, donde ya acumulaban una sólida comunidad, el apoyo se multiplicó. Entre ambas suman cerca de 100 mil seguidores en Instagram, plataforma que usan para mostrar sus procesos creativos y visibilizar la escena cosplay local.
La dupla calcula que su participación en Budokan costó entre 800 y 1000 dólares, invertidos en materiales, audio y utilería.
De cara al World Cosplay Summit 2026, planean redoblar esfuerzos. “No vamos a repetir la misma presentación”, aclara Belén. “Queremos algo completamente nuevo, con más confección, más actuación y un nivel técnico más alto. Si el jurado dijo que el punto débil era el cosplay como tal, esta vez lo convertiremos en nuestra fortaleza”.
El camino hasta Japón tomará tiempo: alrededor de nueve meses de trabajo continuo. Pero si algo ha definido a esta dupla, es la constancia. Más allá de los trofeos, su meta es inspirar a otros jóvenes ecuatorianos a ver el cosplay como una forma de arte. “Queremos que la gente entienda que esto no es solo disfrazarse. Es actuar, crear, coser, diseñar, escribir, dirigir. Es un proceso completo”, afirman. (E)























