A pesar de su largo nombre, la hiperplasia prostática benigna, más que una enfermedad, es una condición que va a ocurrirles a prácticamente todos los hombres a partir de los 45 años.
Llegada esa edad, uno de cada cuatro hombres tiene un principio de hiperplasia, que ya le aparece algún trastorno para orinar. Para cuando cumplen 60 años, la mitad de los hombres tienen esta condición, y hacia los 80 años esto aumenta al 90 %.
¿Se puede diagnosticar temprano? “Sí, generalmente da síntomas, por lo tanto el paciente termina consultando”, indica el doctor Esteban Casabé, médico especialista en urología, administrador médico en la industria farmacéutica y asesor en Megalabs.
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“Lo que buscamos es que el paciente consulte lo más temprano posible para tratarlo por vía oral, y no tener que llevarlo a la cirugía, con todo lo que esto conlleva”. Dentro de las señales, Casabé enlista:
- Síntomas obstructivos, como ser levantarse a la noche para orinar.
- Ganas de orinar, pero dificultad para hacerlo. Hay que esperar un rato hasta que la orina salga.
- Síntomas irritativos, por ejemplo, mucha urgencia por ir al baño y no alcanzar a llegar o llegar con las justas.
Durante la consulta urológica, los médicos suelen rastrear también que no haya cáncer de próstata ni de riñón, pues estas condiciones, a diferencia de la hiperplasia, no dan síntomas. Otra diferencia entre estas dos afecciones es que la hiperplasia es benigna, y los pacientes no tienen que preocuparse de que llegue a convertirse en cáncer. Eso no debe llevar a la despreocupación y el descuido. “Pues la etapa final de una hiperplasia de próstata es la insuficiencia renal”.
Casabé explica que lo más sensato es que el hombre imite el ejemplo de la mujer, que después de los 40 tiene programada una agenda anual de cuándo ir al ginecólogo y al mastólogo. “El hombre tiene que ir al urólogo para estar en bajo control, lo mejor posible, y evitar complicaciones como la insuficiencia renal”.
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Sea a los 40, 50, 60 o 70, el tratamiento se hace con fármacos de nueva generación, que son seguros para todo tipo de paciente, a diferencia de líneas anteriores, que no eran indicadas para personas con enfermedad cardiovascular.
La duración del tratamiento depende de la evolución de cada uno y del criterio médico. Se trata de achicar la próstata con el fármaco dutasterida, e ir cambiando hasta llegar, en el escenario ideal, a no necesitar más medicamentos. “Si un paciente evoluciona rápido, puede estar varios años sin medicamentos, que se pueden retomar si con el tiempo vuelve a aparecer”.
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Siempre existe la posibilidad quirúrgica. “Pero creo que tenemos que tratar de curar lo que podamos por vía oral. Tarde o temprano a todo nos va a afectar. No hay un estilo de vida que frene esto (el envejecimiento)”, dice Casabé, “pero sí estilos de trabajo que generan prostatitis, que da los mismos síntomas de la hiperplasia, pero en un hombre mucho más joven”. Los choferes de distancias largas, que están mucho tiempo sentados, la gente que trabaja en ámbitos de mucho calor, como en panadería o metalurgia, va a presentar molestias antes en la vida que alguien que lleva una existencia menos sedentaria.
Ser activo, hidratarse bien y llevar una vida sexual activa son los tres aspectos que retrasarían la aparición de la HPB. “La próstata es la glándula que fabrica esperma. Entonces, si la próstata no está activa, tiende a atrofiarse antes de tiempo”.
El mayor obstáculo para que los hombres cuiden de su salud, dice el médico, es la falta de información. “El hombre debe entender que tiene que consultar después de determinada edad. Es muy importante el hecho de hacer campañas de promoción de salud. En Argentina tenemos la semana de la próstata, y cada hospital público tiene su agenda, en la que se atiende a los pacientes a libre demanda durante siete días para ver solamente cuestiones de próstata”.
El hombre tiende a consultar con sus amigos, pero aquí en vez de referirlo al médico, le dirán: “Yo estoy igual”, y por eso se tiende a asumir que la hiperplasia es normal, por la edad. Y sí, hasta cierto punto lo es, pero también se puede estar mejor.
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El urólogo recomienda enfáticamente no esperar a llegar a la incontinencia para averiguar si hay hiperplasia de próstata. “Estaríamos en la etapa final de la enfermedad, y ahí habrá que operar, y el riñón resultará afectado en algún punto. Tenemos que ir mucho más temprano, aunque no haya síntomas, o si los hay, para medicarlo”.
“Pueden tener una calidad de vida que están perdiendo. Que lo hagan por sus familias, que quieren tener al padre y al abuelo lo más sano posible para disfrutarlo la mayor cantidad de años que se pueda”, indica Casabé.
Se pierde calidad de vida, continúa el médico, porque la hiperplasia puede causar una pseudoincontinencia. “Imagínese usted que tiene una taza, la pone en el fregadero y deja gotear la canilla. Llega un momento en que esa taza va a empezar a rebosar. Entra una gota, sale una gota. Eso pasa con la próstata y la vejiga. La próstata hace de tapón, la vejiga ya no puede más y ese paciente está con un goteo permanente, y si uno le toca el abdomen, está inflamado”.
Esta es la señal de la etapa más tardía de la hiperplasia, y si se hace un análisis de sangre, puede descubrirse una insuficiencia renal, y la ecografía renal suele mostrar que a estas alturas los riñones están dilatados. “Porque la orina que llegó a la vejiga vuelve por donde vino y empieza a tomarse los riñones”.
Casabé anima a los hombres jóvenes a ir a consulta y, en el caso de los mayores, a que sus familias piensen en acompañarlos. “En las familias también insistamos a nuestros adultos mayores que vayan al urólogo; llevémoslos si es que tienen miedo de ir solos. Así como cuando hay un chico enfermo, los padres nos ocupamos de llevarlo al pediatra, que con el adulto mayor se involucre toda la familia. Todo lo que podamos diagnosticar de forma temprana se soluciona de forma temprana”. (I)