Con una formación que une técnica y visión global, Kathleen Griffith ha delineado una carrera que refleja dedicación. Nacida en Guayaquil hace 33 años, inició sus estudios en Eurodiseño, donde cimentó su pasión por el diseño de modas, y luego continuó su preparación con un máster en Gestión y Dirección de Producto de Moda en el Istituto Europeo di Design (IED) de Madrid, experiencia que amplió su mirada hacia una moda más estratégica y con sello propio.

Su historia con la moda comenzó años atrás, cuando vivió en Colombia y fue testigo del dinamismo de Colombiamoda, uno de los eventos más importantes de la región. “Asistía y observaba los desfiles, y fue entonces cuando descubrí que quería dedicarme a estudiar y trabajar en el mundo de la moda”, señala.

Hoy, Griffith se ha especializado en la confección de vestidos de novia y piezas personalizadas, en las que prioriza la identidad y el estilo de cada clienta. “La esencia de mis diseños se basa en crear vestidos únicos y personalizados. Cada prenda refleja la personalidad de quien la usa y está pensada para que se sienta especial en un día tan importante”, manifiesta.

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Su proceso creativo está marcado por la observación de tendencias, pasarelas internacionales y la evolución constante de la moda. Analiza colores, texturas y siluetas, pero sobre todo busca reinterpretar esos elementos desde una perspectiva propia. Prefiere trabajar con tules bordados y brocados, materiales que —según explica— aportan exclusividad y elegancia a cada diseño.

Uno de los mayores retos de su carrera ha sido confeccionar vestidos a distancia, especialmente los de novia. “Es un proceso que requiere comunicación constante y una planificación minuciosa. Aunque implica un desafío, es muy gratificante ver el resultado final y saber que cada detalle fue pensado para que la clienta se sienta única y feliz”.

Su primera colección de novias marcó un antes y un después en su trayectoria. Le permitió perfeccionar su técnica y fortalecer la conexión con su público. Desde entonces, su nombre ha estado ligado a la creación artesanal y al cuidado extremo de los detalles, valores que considera esenciales en el diseño contemporáneo.

Kate observa con optimismo la evolución de la moda en Ecuador. “Ha crecido muchísimo en los últimos años. Cada vez vemos más diseñadores ecuatorianos con propuestas innovadoras”, señala. También destaca la relevancia de la sostenibilidad, un tema que asume con responsabilidad. “Es fundamental y una responsabilidad tanto con el planeta como con las personas. En mi trabajo la aplico seleccionando materiales de buena calidad, aprovechando al máximo las telas y reduciendo el desperdicio”.

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Ver a alguien lucir una de sus creaciones le produce una profunda satisfacción. “Me hace sentir feliz y orgullosa. Me encanta ver cómo mi trabajo cobra vida y se convierte en parte de la historia de alguien”. Esa conexión emocional con sus clientas es, sin duda, una de las claves de su éxito.

Para quienes recién comienzan en el mundo de la moda, su consejo es claro: “Practiquen mucho, sean creativos y aprendan a escuchar a sus clientas”.

Actualmente, Kate planea reabrir su local en Quito y continuar expandiendo su marca a nivel nacional e internacional. Su presencia digital ha sido determinante en ese proceso. Desde sus inicios, utiliza su página web y redes sociales para mostrar sus colecciones y mantener una comunicación directa con sus clientas. “Me ha permitido llegar a personas en diferentes países y mostrar la calidad de mi trabajo. Ha sido clave para el crecimiento de mi marca”.

Kathleen Griffith forma parte de una nueva generación de diseñadoras ecuatorianas que han convertido la pasión y la creatividad en un sello propio dentro de la industria de la moda latinoamericana. (I)