La cuarta vela de la corona de Adviento se enciende en el cuarto domingo de este tiempo litúrgico, que en 2025 cae el 21 de diciembre, marcando la etapa final de preparación para la Navidad en las iglesias de todo el mundo.

Según la tradición litúrgica, la cuarta vela es de color morado, tono que retoma el espíritu de recogimiento y reflexión tras la alegría expresada en la tercera semana —identificada por la vela rosa—. Este momento simboliza una espera más profunda y consciente, como la pausa previa a la celebración del nacimiento de Jesús.

La corona de Adviento es uno de los principales símbolos de este período y suele estar compuesta por cuatro velas —con una quinta opcional— que representan las semanas previas a la Navidad. El encendido progresivo de las velas, cuyo desgaste evidencia el paso del tiempo, acompaña la cuenta regresiva hacia la Natividad.

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En la tradición cristiana, el color morado expresa vigilancia espiritual, oración y preparación interior. En el cuarto domingo, además, la vela está asociada al amor y, en algunas catequesis, a los ángeles, reforzando la cercanía del acontecimiento central del cristianismo: la venida de Cristo al mundo.

Durante el Adviento, los creyentes recuerdan los hechos previos al nacimiento de Jesús y se preparan espiritualmente para celebrarlo. El encendido de la cuarta vela subraya que la espera está por concluir y que la Navidad está muy cerca, invitando a abrir el corazón al amor de Dios manifestado en el nacimiento de su Hijo. (I)