Una reciente proyección del astrofísico Graham Jones advierte que podríamos estar a punto de experimentar el día “más corto” jamás registrado desde que existen mediciones atómicas.

Esta curiosa posibilidad se enmarca en una tendencia detectada desde 2020: la Tierra ha comenzado a rotar ligeramente más rápido de lo habitual.

Aunque los cambios apenas se notan a escala humana, los relojes atómicos –capaces de detectar variaciones de milisegundos– han confirmado que la duración del día ya no es tan constante como se creía.

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El récord actual lo ostenta el 5 de julio de 2024, cuando el planeta completó una rotación en 1,66 milisegundos menos de lo habitual.

Ese récord podría quedar atrás

Jones señala tres fechas próximas con alta probabilidad de establecer una nueva marca: el 9 de julio, el 22 de julio o el 5 de agosto de 2025. Durante esos días, se reunirían condiciones astronómicas favorables para que la Tierra alcance su máxima velocidad de rotación.

La influencia de la Luna, que en esas fechas estará en una posición particular respecto al ecuador terrestre, podría ser un factor que contribuya a este fenómeno. No obstante, los científicos coinciden en que la causa principal de esta aceleración es aún desconocida.

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Paradójicamente, esta tendencia contradice lo que históricamente se ha observado.

Durante miles de millones de años, la fuerza gravitatoria de la Luna ha estado disminuyendo lentamente la velocidad de giro del planeta, prolongando los días. Se sabe, por ejemplo, que en los primeros tiempos de la Tierra, un día duraba entre tres y seis horas.

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La hipótesis más sólida hasta ahora apunta a complejos movimientos en el núcleo terrestre como responsables del cambio repentino. Aun así, el fenómeno sigue siendo un rompecabezas para la comunidad científica. (I)