Luego de cinco días de paro nacional, el panorama se intensifica en las vías que unen Quito con Cayambe y Tabacundo (Pedro Moncayo). En este sector del norte del país, que comprende la provincia de Pichincha, los cierres viales se han tomado tramos grandes en la Panamericana norte.
Cerca del redondel del Cajas, en Tabacundo, y en la vía hacia Zuleta, pasando Cayambe, troncos gigantes, llantas quemadas y vegetación obstaculizan el paso de conductores privados y comerciales.
Esto, sumado a ciertos episodios de enfrentamientos entre manifestantes, Policía Nacional y Fuerzas Armadas, ha ocasionado que el sector comercial del Cajas se vea afectado por la falta de turistas e incluso -según comerciantes- por la presión de los protestantes para que los encargados o dueños de restaurantes y locales paren sus actividades y se unan a las huelgas.
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Mientras la comunidad indígena de la zona cercaba la arteria, la dueña de un restaurante que produce bizcochos salió a pedirles de favor que cerraran en otro lado, pero las más de quince personas respondieron hostilmente: “¡Todavía que no se unen al paro y quieren que no cerremos!”.
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Ese es el ambiente que viven quienes laboran y confluyen en este punto limítrofe entre la provincia de Imbabura y Pichincha. Enrique, chef de un restaurante del lugar, que prefirió no dar su apellido por miedo a represalias por parte de la comunidad, aseguró que la afectación es total.
“Bueno, económicamente es algo que nos ha tocado bastante fuerte, como saben vivimos del turismo y, al estar en un punto límite entre dos provincias, las manifestaciones han subido su nivel día tras día. Lamentablemente, en estos días hemos perdido entre $ 20.000 y $ 25.000 en ventas, transporte y producción”, aseguró el ciudadano.
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El hombre añadió que la gente circula con mucho miedo y, ante los constantes daños a los vehículos, prefieren no entrar a la zona.
“Para mí, la forma de manifestarse no es la adecuada: cerrando vías, cerrando pasos. Lamentablemente estamos en un país donde la violencia nos genera esto”, manifestó Enrique.
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Son pocos los negocios que se mantienen abiertos, pero al entrar, los encargados arreglan los productos o limpian las mesas porque nadie se sienta y el olor a la comida recién hecha invade el clima.
El problema es que carros parqueados en el exterior no existen, por lo que dichos alimentos se echan a perder.
Cruzando la calle, que permanece más oscura, no solo por el asfalto, sino también por las huellas que dejan las llantas quemadas, está el restaurante Tío José, un lugar que era parada obligatoria antes de descender a Imbabura.
Allí, Silvia Sánchez, moradora del lugar, contó de qué forma impacta en la economía del local la falta de presencia de clientes, pero también entiende que los comuneros son parte fundamental de la producción y es necesario respaldarlos, dijo.
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“Perdemos bastante y hemos llegado al punto de tener que suspender el trabajo de nuestros compañeros porque no tenemos cómo pagarles y también tenemos deudas, pero si no generamos, ¿cómo hacemos?”, manifestó la mujer.
En el lugar, es raro observar transporte pesado parqueado, la única gasolinera de la zona permanece vacía y una vulcanizadora pegada a la vía trabajaba, como su gerente lo dijo, de manera informal.
“La realidad de nosotros es dura. Estamos pagando un arriendo y para subsistir tenemos que trabajar, ahora ya llega fin de mes y no tenemos de dónde pagar. Todo esto no me parece nada coherente”, expresó Carlos Catucuamba, morador de la parroquia Olmedo.
El mecánico de profesión mencionó que este tipo de reformas, tanto las del Gobierno nacional como las de los movimientos indígenas, se deberían resolver en mesas de diálogo para tratar de llegar a acuerdos firmes que les permitan seguir progresando.
“Trabajamos en silencio, quieren obligarnos a cerrar y nosotros nos oponemos. Puede imaginarse que en nuestro negocio hemos perdido, bajito, unos $ 1.200 a $ 1.300, no podemos meter el producto, entonces no es ganancia el paro nacional”, mencionó Catucuamba.
Carlos y su hermano estaban dando asistencia a dos carros color rojo que estaban relacionados con equipos periodísticos de medios de comunicación que fueron a cubrir la emergencia coyuntural y salieron agredidos por los manifestantes.
La conductora de uno de esos automotores aseguró que no frenó en un retén de los protestantes y ellos respondieron con piedrazos en el parabrisas y le lanzaron varias lanzas que causaron daños a la carrocería del carro y a los retrovisores.
Las coberturas periodísticas en la zona se han convertido en un riesgo constante. Los gritos en contra de la presencia de medios de comunicación o los diferentes intentos de amedrentamiento por parte de los protestantes generan un panorama hostil.
Se han contabilizado más de quince cierres viales en Pichincha, cerca de la zona que cubre Cayambe y Tabacundo, en el redondel del Cajas. Bajando varios metros se encuentra la provincia de Imbabura, epicentro de las manifestaciones.
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Por su parte, el sector florícola también se ha visto afectado con pérdidas de hasta $ 4 millones y el miedo de no poder cumplir sus jornadas laborales por la represión de los manifestantes, según la empresa Expoflores.
Ellos han publicado información en redes sociales, en las que se pudo observar como las personas de la comunidad les obligan a cerrar los campos de cultivo de flores. (I)