Caminar por el centro histórico de Quito y llegar hasta la Plaza Grande tiene entre sus atractivos una parada en los restaurantes ubicados bajo la Catedral, los cuales se han mantenido activos por más de 70 años.
Sánduches de pernil, helados, secos de chivo, cerveza, ponche, quesadillas, empanadas y café son algunos de los productos que turistas nacionales y extranjeros degustan mientras observan volar las palomas, ven flamear la bandera del Ecuador en el Palacio de Carondelet y se toman fotografías frente a la puerta principal de la Catedral.
En el cierre del 2025, luego de más de siete décadas de funcionamiento, estos restaurantes tradicionales podrían desaparecer. Según sus propietarios, la administración de la Catedral tendría otros planes para desarrollar nuevos proyectos allí.
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“Hemos sido cruelmente notificados sobre un desalojo injusto del que no dan razón alguna. Tenemos quince días contados para salir de los locales y no sabemos qué hacer”, contó Aidé Real, propietaria del negocio Las Delicias de la Plaza Grande.
Tristeza e incertidumbre de comerciantes
Bajo el inclemente sol, pero con el frío reflejado en los rostros de los negociantes, la gente se suele sentar en las mesas de madera y degustar la gastronomía quiteña cobijados por los parasoles de tela. En estos días, entre los comerciantes hay incertidumbre y hasta tristeza.
“Solo nos dicen que debemos salir. Detrás de nosotros están los empleados, sus hijos y nosotros mismos. Soy madre soltera, cabeza de hogar, y con esta noticia me quedo en el aire”, continuó Aidé, quien heredó el local de sus padres.
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Esa era la respuesta ante la incertidumbre de los dueños de estos restaurantes que, por muchos años, han atendido a turistas y a personajes de la política ecuatoriana.
Desde la fecha de citación, según ellos, han intentado entablar un diálogo con la administración de la iglesia, pero no han obtenido respuesta alguna.
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“Hemos querido entrar en un diálogo, pero nos hemos topado con la sorpresa de que no hemos sido recibidos en ningún momento. El abogado simplemente nos ha notificado de manera rápida, indicándonos que el último día de diciembre se termina el convenio”, manifestó Daniel Villacís, propietario de Independencia Cafetería.
Pagos puntuales y contratos en regla
Los arriendos en el sector oscilan entre $ 500 y $ 550, a lo que se suman alícuotas y servicios básicos, valores que —según los comerciantes— se pagan puntualmente para poder trabajar con normalidad.
“No es un secreto que aquí, en el centro histórico, los arriendos son costosos. Ningún inquilino ha quedado mal; siempre ha sido un pago puntual y los servicios básicos se pagan como en cualquier local comercial. Por ello no entendemos la necesidad de botarnos de acá”, sostuvo Villacís.
Quien no pudo contener las lágrimas fue Alicia Guevara. Su voz se entrecortó al imaginar que ella y su hermana de 91 años podrían quedar en la calle y no encontrar otro espacio para subsistir.
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“Este negocio funciona desde hace 76 años y ahora, con esta novedad, nos dejan en el olvido, nos dejan afuera del trabajo de uno. Yo vivo de esto”, expresó Alicia, quien ha vendido sánduches de pernil prácticamente toda su vida.
En ese momento, sus ojos se humedecieron. El silencio frente al micrófono relató todo lo que sus palabras no podían decir. Sus compañeros la abrazaban por la espalda, pero Alicia tomó valor y continuó.
“Yo vivo de esto, somos dos hermanas. No tengo ninguna otra entrada. Si me quitan, me dejan en la calle”, señaló mientras se frotaba las manos, con evidente tristeza.
Inversiones recientes y temor a la gentrificación
Fernando Escobar también dio su testimonio. Lo que más le llamó la atención fue haber recibido el contrato de arriendo junto con las citaciones de desalojo, con fecha límite el 31 de diciembre.
“Con el trajín del tiempo se ha logrado mantener los negocios. Nunca hemos faltado a los requisitos del contrato y tres meses es muy poco. Creo que deberían indemnizarnos por lo menos un año, hasta poder empezar de nuevo”, aseguró.
Muchos comerciantes invirtieron recientemente en sus locales para renovar permisos de funcionamiento y mejorar las fachadas, con el fin de atraer a los visitantes que a diario recorren la zona.
“Los días no son iguales y no se puede cuantificar un sueldo fijo. En meses como noviembre y diciembre las ventas son mayores, y los feriados ayudan a seguir generando”, explicó uno de los afectados.
El desalojo de estos pequeños negocios se enmarca, según expertos, en un proceso de gentrificación. El arquitecto Sergio Bermeo, docente de la Universidad Central, señaló que este fenómeno desplaza a la población tradicional para dar paso a grandes cadenas comerciales o zonas administrativas, lo que aminora la vida barrial.
En total, 22 locales abandonarían el sector hasta finales de diciembre.
La administración de la Catedral no se ha pronunciado oficialmente y, cuando este Diario solicitó una entrevista, desde la entrada principal indicaron no tener conocimiento del departamento responsable.
La única indicación fue enviar un correo electrónico a las autoridades para recibir una respuesta en los próximos días. Se pidió información por esa vía este miércoles 17 y jueves 18.
Cabe recordar que, en 2021, los seis negocios ubicados bajo la Catedral formaron parte del proyecto Salvemos Restaurantes, una iniciativa de reactivación económica en la que participaron la administración zonal y otras entidades municipales, con resultados positivos para el sector. (I)


























