Está confirmado. El lunes 21 de julio EL UNIVERSO traerá a Guayaquil a Mafalda, una escultura que está al menos en 17 ciudades del mundo. La niña argentina creada por el fallecido humorista gráfico Joaquín Salvador Lavado, Quino, ha tenido influencia en quienes se dedican a este demandante oficio. Xavier Bonilla, columnista de este Diario, conocido como Bonil, es uno de ellos.
Bonil compartió en 2003 el panel del conversatorio “El humor y la política”, con Quino, el argentino a quien considera un maestro y del que reconoce influyó en él tanto en trazos como en temática.
En torno a Mafalda, afirma que su humor está plenamente vigente, aunque el año pasado se cumplieron 60 años de su primera aparición en la revista Primera Plana. “Tenemos la misma edad”, añade entre risas Bonil y ubicándola en la actualidad dice que le gustaría saber “qué habría dicho Mafalda de Bad Bunny”.
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¿Cómo se califica a Mafalda: dibujo crítico, reflexivo, irónico?
Corresponde a una tira gráfica, es humor gráfico... En la época aquella no recuerdo algún otro referente dentro del género que haya hecho este humor social, humor político. Yo diría humor social porque humor político puede hacer pensar que se refería a temas concretos de la realidad argentina y eso no pasaba. Cierto es que había referentes reales como la guerra de Vietnam, personajes como los Beatles, la disputa Estados Unidos-China, las guerras, en fin. Sí había referencias y también aparecían personajes, los militares, en cierto modo de manera muy discreta porque, claro, era la dictadura. En ese sentido era una tira que tenía como temas la problemática sociopolítica.
¿Por qué Mafalda llegó a calar a nivel mundial, saliendo de las fronteras de Argentina?
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Uno de tantos factores en su aceptación es que no permaneció atada a una referencia circunstancial, pasajera, de personajes de la política con nombres y apellidos, como puede ser la caricatura política diaria de los periódicos. Eso le daba un vuelo a la tira, porque eran temas que podían ser identificados en Argentina, en Chile, en Europa, en varias partes. Porque un elemento interesante les hablaba de lo que pasaba en el mundo, por un lado; por otro lado, la ironización que hacen muchas viñetas respecto “al sistema”, entre comillas, un sistema, una sociedad desigual, explotadora, su padre que llegaba cansado del trabajo, entonces, esa es una realidad que es fácilmente identificable en muchos países.
Súmele a eso que la actitud crítica, la actitud irónica, los cuestionamientos éticos, con los que nos identificamos muchos, porque Mafalda lo que plantea en cierto modo es que la vida es injusta, donde hay ganadores y perdedores. Y uno tiende a identificarse con el perdedor, generalmente... Nos identificamos con el perdedor porque en la tira nos reivindica.
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¿Con el perdedor?
Nos gusta identificarnos con el ganador, sí, es una ley, digamos, pero en este caso nos identificamos con el perdedor porque nos reivindica y de ese modo nos sentimos victoriosos a través de los cuestionamientos éticos que hace Mafalda o a través de la simpatía que puede generar el personaje Felipe, soñador, romántico, más cercano al ocio que a la lógica productiva de la sociedad que nos obliga. Entonces, eso creo que son dos cosas que contribuyen a que haya sido vista y aceptada en muchas partes, porque menciona una realidad y una visión de la vida que se puede encontrar en muchos países.
La última vez que Quino vino a Ecuador compartió con él en el conversatorio “El humor y la política”. ¿Qué experiencia o qué recuerdos tiene de ese encuentro?
¿Esto qué, en qué año fue? 2003... (agosto del 2003)... La primera cosa que te puedo decir es que fue un encantamiento poder verlo personalmente. Imagínate, uno de los maestros o de los ídolos de quienes decidimos cultivar este arte de la caricatura y el humor... Yo me sentía como un seguidor, de admiración por un lado, pero también un seguidor del espíritu, de la crítica que nos trazó Quino, porque su crítica -no solo a través de Mafalda, sino en sus otros libros-, como te decía hace un momento, siempre estuvo hacia las injusticias, las desigualdades, contra los fuertes, los poderosos, que a mí en lo personal me marcó un derrotero, una trocha.
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En esa ocasión fue una oportunidad lindísima para un poco escucharle, cosa que lamentablemente no sucedió tanto porque por su introversión quizás, que es tan conocida, en muchos foros no hubo mayor explayación, pero el foro como tal, ese encuentro fue muy interesante porque Bernard Fougères, que era el moderador, supo conducir bien. Me acuerdo que -seguramente porque estaría cansado Quino, no lo sé- Bernard quiso cerrar el evento y yo me acuerdo que interrumpí esa finalización (ríe) y le dije: “No, estamos muy poco tiempo aquí y hay que aprovechar la presencia del maestro. A mí me gustaría escuchar una reflexión de él sobre esta relación del humor y la política y el poder”, o sea, quería yo una cosa más teórica, probablemente, no lo sé, y por supuesto, no me acuerdo exactamente qué es lo que él dijo, pero no hacía falta porque en su obra se trasluce toda esa relación y toda esa actitud.
En el plano humano, al menos para mí, la experiencia fue muy inolvidable, porque además había un grupo muy chévere en el que estaba el Pájaro Febres Cordero, otro de nuestros apreciados humoristas en el periodismo, y estaba también Blasco Peñaherrera, un hombre muy versado, culto y gran también conocedor de la política y del humor...
¿Siente que hubo influencia de Quino, de sus personajes, en el desarrollo profesional de Bonil?
Sin duda. De hecho, a la distancia puedo reconocer algunos dibujos en donde se veían dos cosas: uno, un cierto parecido en el estilo gráfico, y dos, el tema como tal, por ejemplo, en la época de (León) Febres-Cordero, 1987, que como en todo gobierno se producían manifestaciones y, por supuesto, la respuesta de la fuerza pública; entonces, recuerdo por ahí unos dibujos que inconscientemente yo sentía emparentados con lo que ya había visto en Quino, esa crítica a la fuerza represiva de la policía, pero con humor. A mí en lo personal me abrió una caja de temas que en la época que yo me iniciaba encontré total correspondencia.
Por ejemplo, sentía que podían reflejarse temas de la censura, temas de la represión, temas de las relaciones entre la gente de dinero versus los pobres de manera estereotipada, podríamos decir los ricos y los pobres, que son estos tres temas entre muchos de los que ha topado aquí, y en mi caso, en mis dibujos iniciales estaba presente esa temática.
Bonil, y a lo largo de su vida, ¿ha tenido dibujos o siluetas de Mafalda?
No, no he tenido afiches tampoco, pero tengo muchos de los libros de él y al igual que Quino pienso que -como él mismo lo decía- a él le daba mucha pena que el éxito de Mafalda opacara un poco su otra obra, en donde ha topado temas como la pareja, el arte, la culinaria, eh... qué sé yo, las vacaciones, etcétera, la muerte, ¿no?
Alguna vez yo leí que él tenía ese pequeño lamento. Y es que en realidad la obra universal de Quino, a mi modo de ver, se expresa en ese torrente temático que desarrolló fuera de Mafalda, en donde se expresó de manera muchísimo más libre y más universal, porque era además un humor sin palabras, generalmente. Entonces, de eso me parece que le dio a Quino una dimensión absolutamente universal.