Un ciudadano se acercó a la Fiscalía del Cuartel Modelo, en la avenida de las Américas, en el norte de Guayaquil, a denunciar que fue víctima de extorsión el pasado 12 de diciembre.

Según consta en la denuncia, alrededor de las 14:45, dos hombres que se movilizaban en una motocicleta llegaron al establecimiento y entregaron un panfleto extorsivo a un colaborador del negocio.

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En el escrito, los presuntos extorsionadores se identifican como integrantes de un grupo delictivo y exigen el pago de 20.000 dólares bajo la advertencia de atentar contra la vida del denunciante o la de sus familiares si no accede a pagar el dinero.

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“Los presuntos antisociales exigían este valor para comprar fusiles”, dijo el afectado.

“Queremos la colaboración de 20.000 dólares para un par de fusiles, espero nos ayudes con la colaboración y tendrás nuestra protección. En caso de que no ayudes, procederemos a matar o a secuestrar a un familiar tuyo. No queremos errores o te mueres por no colaborar”, indica el panfleto extorsivo.

El mensaje, redactado en tono amenazante, señala que los responsables conocen los movimientos del comerciante, la ubicación de sus locales y los lugares que frecuenta su familia.

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Incluso advierten que, de no recibir respuesta en un plazo de cuatro horas, podrían ejecutar ataques armados o colocar explosivos en los exteriores de una de sus propiedades.

El documento incluye además imágenes de dos locales comerciales del denunciante, del centro educativo donde estudian sus hijos y de un gimnasio que frecuenta la víctima, lo que incrementó el nivel de temor del ciudadano.

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Por ello, con mucho miedo, el hombre se atrevió a realizar la denuncia para pedir que se inicie de inmediato una investigación.

El afectado indicó que todo el hecho quedó registrado en las cámaras de seguridad del local.

Las imágenes fueron puestas a disposición de las autoridades como parte de la denuncia.

Pidió además que una unidad especializada en delitos de secuestro y extorsión tome contacto con él y se brinde protección tanto a su familia como a sus colaboradores debido al riesgo inminente que, aseguró, enfrenta su entorno cercano.

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“Temo por mi vida, la de mi familia y la de mis empleados”, señaló en el documento presentado ante la Fiscalía.

El caso quedó en manos de la institución, que deberá analizar las evidencias entregadas, entre ellas los registros de video y el contenido del panfleto, para determinar responsabilidades y activar los protocolos de seguridad.

Esta denuncia se suma a una serie de hechos similares reportados en distintos sectores de Guayaquil, donde comerciantes han alertado de amenazas extorsivas acompañadas de panfletos, llamadas telefónicas y mensajes intimidatorios.

Un comerciante del sur de Guayaquil denunció ante la Fiscalía haber sido víctima de amenazas extorsivas que, según su testimonio, se han intensificado en los últimos meses y culminaron con un acto intimidatorio armado frente a su local de trabajo.

Según la denuncia, el hecho más reciente ocurrió la tarde del pasado 11 de diciembre, cuando el afectado se encontraba atendiendo en su negocio dedicado a la venta de carnes y embutidos.

En ese momento, un sujeto que se movilizaba en una motocicleta se estacionó frente al establecimiento, sacó un arma de fuego y la exhibió de manera intimidante para luego retirarse del lugar sin pronunciar palabra.

El acto generó pánico entre quienes se encontraban en el local.

El comerciante relató que este episodio no sería un hecho aislado. Según explicó, las amenazas comenzaron aproximadamente hace dos meses, cuando empezó a recibir mensajes a través de WhatsApp.

En esos textos, los remitentes se identificaban como integrantes de una estructura delictiva y afirmaban tener información detallada sobre su vida personal, su familia y los negocios de sus allegados.

En los mensajes, los presuntos extorsionadores exigían una suma de dinero de 2.500 dólares a cambio de “dejarlos en paz”.

Caso contrario, advertían que atentarían contra sus locales comerciales, secuestrarían a miembros de su familia e incluso amenazaban con asesinarlos.

El comerciante declaró que en un inicio decidió no responder a las intimidaciones, pero el incidente armado ocurrido frente a su local elevó el nivel de temor.

“El riesgo ya no es solo un mensaje, ahora es una amenaza directa”, expresó en la denuncia.

El afectado manifestó su preocupación por la seguridad de su familia, de sus colaboradores y por la posibilidad de que se produzcan ataques armados o atentados con explosivos contra sus propiedades o las de sus familiares cercanos.

Ante estos antecedentes, el comerciante solicitó formalmente a la Fiscalía que empiece las investigaciones y que su caso sea derivado de manera urgente a la Unase.

Además, pidió que se le brinde protección policial al considerar que existe un peligro real e inminente. (I)