Los $ 0,03 de ajuste al margen de comercialización de la gasolina extra y ecopaís no llegan de forma neta a los distribuidores de los combustibles, sino que los comparten con la comercializadora y el transportista.

Tras veintitrés años, el Gobierno hizo el ajuste y pasó de $ 0,1603125 por galón a $ 0,1903125, según el Decreto Ejecutivo n.º 209, del 11 de noviembre del 2025.

Este pedido se había convertido en una constante por parte de los distribuidores. El presidente de la Cámara Nacional de Distribuidores de Derivados del Petróleo del Ecuador (Camddepe), Ivo Rosero, comenta que el ajuste es un primer paso, porque en el 2023 el Banco Mundial determinó como mínimo $ 0,06 por galón a todos los productos subsidiados; sin embargo, ahora se hace a las gasolinas de 85 octanos.

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Rosero apunta que se llega a este margen porque se hizo un ajuste al precio de paridad de importación sustituyendo dos variables. Los costos operativos activos de inspección, uso de muelle y demorajes, así como los costos de transporte interno, almacenamiento y despacho, son sustituidos por una nueva variable unificada que se llama “tarifa de uso de infraestructura hidrocarburífera”.

Al hacer una optimización de costos, que aproximadamente resultó en $ 0,03, se pudo hacer el ajuste al margen sin que se afecte al consumidor final y el ajuste va directamente al precio del terminal, es decir, al valor al que compra el producto la comercializadora, que se queda con un margen y vende al distribuidor.

Al año se venden aproximadamente 1.200 millones de galones entre extra y ecopaís y 1.100 millones de galones en diésel, de acuerdo con Rosero.

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¿Cómo queda ese margen para los distribuidores?

En promedio, la mayoría de las estaciones de servicio tiene un contrato de 15 % para las comercializadoras y 85 % para el distribuidor.

Entonces, si se saca el 15 % a esos $ 0,03 da como resultado $ 0,0045, que al restarlos de los $ 0,03 quedan $ 0,0255, y a esto hay que restarle $ 0,01 que va para transporte, por lo que al final queda para los distribuidores $ 0,0155: “Eso es verdaderamente el efecto neto para nosotros”.

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Ahora, los $ 0,19 del nuevo margen tampoco son netos para los distribuidores. Rosero explica que se resta un 15 % que corresponde a la comercializadora, que son cerca de $ 0,03, y queda en $ 0,16.

Y a esos $ 0,16 se les resta por transporte en promedio $ 0,04 y como resultado da $ 0,12 brutos, de los cuales hay que restar nómina y tasas fiscales (auditorías ambientales, análisis de hermeticidad de los tanques, temas de patentes, retenciones, etc.). Al año, por esta última, a una estación de servicio le cuesta entre $ 15.000 y $ 20.000.

Para poner en perspectiva comenta que, de las 1.250 estaciones de servicio, 700 ya estaban en una situación crítica, y eso significa que les quedaba menos de $ 0,01 por galón neto después de todos los gastos, y ahora con el ajuste se llegará a unos $ 0,02 o $ 0,03. “Tampoco es ninguna maravilla, pero ya nos permite en algo respirar para poder asumir el incremento del transporte de combustible y destinar al gran endeudamiento que tiene la gran mayoría de estaciones de servicio que han hecho lo imposible por subsistir”, sostiene.

Para las estaciones que están en ciudad, de acuerdo con Rosero, hay un beneficio más amplio, por un lado, porque venden entre 250.000 y 400.000 galones mensuales y sí tenían una utilidad, aunque no la que deberían, y prácticamente no pagan transporte, porque les cuesta $ 0,01, $ 0,015 frente a los $ 0,07 que cuesta en las provincias alejadas, como Manabí, Imbabura y Carchi, así como las del Oriente; y, por ello, el pedido ha sido que se permita incluir en la factura de combustible el costo de transporte, que tampoco implica ningún impacto para el cliente.

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Para esto, cita como ejemplo que ahora por llenar el tanque en Ibarra con 10 galones, con el precio actual de $ 2,83, paga $ 28,30; y, si es que se desglosa el transporte —para esa ciudad cuesta $ 0,03 por galón—, en los 10 serían $ 0,30; es decir, el cliente final pagaría $ 28,60.

Según Rosero, el 22 % de las estaciones del país están en el estrato más alto y están ubicadas principalmente en Quito, Guayaquil y Cuenca; pero el 60 % de las estaciones de todo el país, sobre todo las que están más alejadas, venden entre 130.000 y 150.000 galones al mes entre todos los productos.

“Las estaciones que venden más, unos 300.000 galones, tienen mejor distribución de sus costos, porque probablemente con los 130.000 galones que vendan ya cubrieron sus costos fijos. En cambio, las estaciones chiquitas y alejadas cubrían sus costos y prácticamente están en ‘tablas’; por eso estaban a punto de equilibrio, o sea, no ganan ni pierden”.

Sin embargo, Rosero comenta que el margen de $ 0,19 frente a los países vecinos sigue siendo bajo, porque en Colombia es de $ 0,33 a $ 0,35 por galón y en Perú es de $ 0,28. “Todavía sigue siendo uno de los márgenes más bajos del mundo, aun con este ajuste inicial. Ahora, en el caso del diésel, la situación sí es muy grave, porque ahí ganamos $ 0,12 por galón a compartir”, afirma.

Sobre ese combustible, que desde el 13 de septiembre entró al mecanismo de reducción de subsidio, comprende que por la situación política y al ser un tema muy sensible no se ha hecho ningún ajuste, pero esperan que progresivamente se lo vaya haciendo en el transcurso del próximo año. Plantean que, para llegar a lo que dice el Banco Mundial, se haga un ajuste de $ 0,01 por mes y el consumidor no va a sentirlo.

En el último año se registraron subidas de $ 0,16, de $ 0,26 en las gasolinas extra y ecopaís, y Rosero dice que no pasó nada, ni con la inflación ni con el consumidor. “El público, el consumidor está acostumbrado a estas fluctuaciones con un tope de 5 % hacia arriba y un 10 % para abajo”, que son los topes del sistema de bandas que se aplica en este combustible. (I)