Lo que más caracteriza a esta niña de 6 años es su inteligencia y opinión crítica del mundo. Cuestiona las injusticias sociales y es seguidora de la paz.

Ella es Mafalda, este personaje creado por el argentino Joaquín Salvador Lavado, más conocido como Quino, quien falleció en 2020, a los 88 años.

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Su visita a Guayaquil en 2003 se desarrolló por gestión del editor de libros y analista político Ramiro Cepeda y este no imaginó entablar más conversaciones con Quino, a quien considera un “ser universal”.

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Mafalda llegará a Guayaquil este 21 de julio para quedarse en la ciudad.

¿Cómo conoció a Quino?

Yo tengo una librería y viajaba todos los años a la Feria Internacional del Libro en Buenos Aires. Quino había publicado su Mafalda inédita en 1989.

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Tengo un querido amigo en Argentina, al estar Quino en el estand, me presentó a su editor, Daniel Divinsky, entonces me autografió la Mafalda inédita y le dije: ‘Voy a comprarte otra y quiero que me la autografíes para alguien más’, y se la traje a Bernard Fougères (+), en ese entonces tenía su programa El show de Bernard.

Y desde entonces comencé una relación de amistad con su editor Divinski y eventualmente con Quino, con quien solía ir a las ferias del libro y es que él era un imán de atracción total.

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Quino con Bernard Fougères y Bonil en un coloquio en Guayaquil, en el 2003.

¿Cómo logró traer a Quino a Guayaquil?

Años después yo monto una librería general y quise traer a Quino a esta librería. No fue fácil, usted puede creer que me tomó 17 años lograrlo.

Creo que no hay un registro en el Ecuador que haya habido una cola de tres cuadras para una firma de libros. Cuando lo tuve aquí, él firmó libros y las horas que fueron tres, cuatro que se planearon, no fueron suficientes.

Hubo gente molesta porque no pudo firmar.

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En los cuatro días que Quino estuvo en el Puerto Principal, ¿qué otras actividades realizó?

Se hizo la Feria del Libro y la Palabra. Lo llevé a firmar, a que dé una charla en el auditorio de lo que hoy es el MAAC (Museo Antropológico y de Arte Contemporáneo). Lo llevé también a dos colegios.

La pasaron muy bien porque Quino fue un tipo enriquecido de su lenguaje, pero muy puntual en sus expresiones. Es un dardo. También hicimos un encuentro con niños de escuelas fiscales.

¿Quiénes acompañaban a Quino, además de su equipo?

Francisco Pájaro Febres Cordero, Xavier Bonilla (Bonil), Bernard Fougères y Blasco Peñaherrera Padilla. Nos fuimos a almorzar y habrá durado cinco horas.

No tiene idea, era como que si se hubieran conocido toda la vida. De las pocas cosas que más aprecio yo es de saber escoger a la gente para que se sientan bien entre sí.

Imagino que no solo fue una reunión...

No, le dije a Bernard: ‘Lo voy a traer aquí y quiero que le prepares tu famosa sopa de cebolla en tu casa’. Además de una comida mágica hecha por Bernard, abrió una botella de coñac de 100 años, la cual tuvo un desenlace fatal, se acabó.

Durante esos cuatro días Bernard se transformó en el ataché de Quino.

Guayaquil .-El caricaturista Joaquín Salvador Lavado. Quino, compartió con jóvenes estudiantes una charla en la que evaluaron la calidad de la educación. foto tomada Ago.19 del 2003 (f) José Sánchez.fd.*

Aprovechando esa gran visita, Quino debió ser entrevistado.

Dio una entrevista en televisión, lo llevé donde la hoy fallecida Ana Buljubasich, para ella era un deseo conocerlo y ella era mi amiga.

Y anécdotas no han de faltar...

Le voy a contar algo. Quino antes de subirse a un avión decía: “Yo desayuno un par de huevos que me los tienen prohibidos, ¿por qué?, porque si se cae el avión, ya me he comido los huevos".

Y cuando armábamos la agenda me dijo: “Nada antes de las 10:00. Yo no pienso antes de las 10:00″. Era un hombre de muy pocas palabras, pero gran expresión, muy sensible.

¿Qué impresiones tuvo de Guayaquil, de la ciudadanía?

La calidad humana que le ofreció la ciudad de Guayaquil fue formidable. En ese entonces el alcalde era Jaime Nebot y yo hice la gestión para que lo declararan huésped ilustre.

Llevarse una impresión de la ciudad no tenía mucho, pero la impresión de la gente sí: cálida, agradable, abierta.

¿Conversaba con Quino sobre su personaje: Mafalda?

Todo lo dicho por Mafalda ya estaba escrito. Él apreciaba las preguntas diferentes. Ya no le preguntaban de dónde salió el nombre y todo, ya todo estaba escrito. Le gustaban las preguntas irreverentes, este diálogo “El humor y la política”, que duró dos horas, la gente se quedó absorta porque lo sentí a Quino con un buen equipo.

Entonces, usted sigue leyendo Mafalda y tiene implicaciones en el siglo XXI. Cuando eso fue escrito hace 60 años.

¿Algún secreto que pueda revelar de Quino que los ecuatorianos no conocemos?

Él no contestaba el mail. Todo se lo manejaba su esposa, Alicia Colombo. Tú creías que estabas chateando, o sea, escribiéndote con él. No, no era verdad. Era con su esposa.

¿Dónde están ubicadas las estatuas de Mafalda en todo el mundo?

¿Lo visitaba a Quino en Argentina con frecuencia?

Yo iba siempre a la feria. Él era un ciudadano del mundo y viajaba. Yo guardé una relación cordial, no puedo decirle que éramos amigos. Yo sí soy muy amigo de quien era su editor.

¿Qué mensaje o percepción le dejó Quino?

Es un ser universal. Cuando tiene la suerte de conocer a un ser universal y ve una Mafalda en todos los idiomas, se da cuenta de que él trascendió. Y cuando tu creación tiene más vida que uno mismo, porque él murió, pero su libro está ahí.

¿Hacen falta más Quinos en el mundo?

Hace más falta que la gente buena se haga ver. Porque los buenos somos más, pero hace falta que nos dejemos ver.

Y Mafalda con voz propia...

Mientras la gente y los gobernantes no sigan haciendo lo que deben, Mafalda seguirá hablando y opinando. (I)

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